Por Carlos Tórtora.-

Aunque con un perfil menos melodramático que el Frente de Todos, Juntos por el Cambio también se apresta a vivir una encrucijada cuando se terminen de contar los votos el 14 de noviembre. La marcha exitosa de la campaña electoral ha terminado tapando casi por completo las disidencias internas pero las mismas están a la vista. Para empezar, si la derrota del oficialismo se concreta, ¿qué hará la oposición si el kirchnerismo convoca a un diálogo multisectorial, que es lo que todo parece indicar? ¿Aceptaría la oposición sentarse a la mesa o le impondría condiciones previas al gobierno? Son preguntas que no pueden contestarse hoy pero que ya forman parte de una agenda.

No menos ríspida es la cuestión de ir por la presidencia de la Cámara de Diputados si a Juntos por el Cambio le dan los números en el recinto. Patricia Bullrich motoriza el desplazamiento de Sergio Massa pero en la posición contraria se encuentra Horacio Rodríguez Larreta, un aliado sotto voce del tigrense. También Luis Juez y Elisa Carrió se pronuncian en contra de que un diputado opositor se incorpore a la línea sucesoria presidencial, sobre todo con la fuerte inestabilidad política que genera la débil figura presidencial. De más está decir que el tema puede llegar a producir un fuerte debate entre los halcones y las palomas de la cámara baja.

No menos espinosa es la cuestión de qué hacer si finalmente Cristina Kirchner pierde el quórum propio en el Senado.

Fundamentalmente se abren dos posturas, la de negociar puntualmente cada proyecto con el kirchnerismo o una sistemática actitud negativa frente a todas las iniciativas del oficialismo.

¿Una crisis escalada?

La coalición opositora se verá enfrentada a otros dilemas si triunfa en las urnas. Uno de ellos será cómo ordenar la lucha por la candidatura presidencial del 2023. Larreta se sigue considerando el candidato natural del espacio, pero Patricia Bullrich ya anunció que, ni bien transcurran las elecciones, ella lanzará su campaña presidencial. Y los radicales acaban de aclarar, por boca de Facundo Manes, que la UCR reivindica su derecho a poner el candidato a presidente. Si los presidenciables se ponen en marcha ni bien se cierren las urnas, el clima de internismo que esto generaría en la oposición podría aportarle algo de oxígeno al gobierno. Más lógico, aunque también más improbable, sería que los presidenciables opositores ajusten un compromiso de diferir el lanzamiento de sus candidaturas para el año que viene.

Otro tema que la campaña viene tapando es qué posición tomaría la oposición ante las negociaciones con el FMI, sobre todo si la Casa Rosada opta por diferir la negociación y plantear condiciones que serían rechazadas. Es obvio que quedar del lado del FMI no es la posición más cómoda para Juntos por el Cambio.

Claro está que éstas y otras opciones serían validas en un panorama de normalidad institucional. Pero cabe la posibilidad de que la derrota dispare una crisis que roce la ingobernabilidad, con un presidente que está en los límites del mínimo ejercicio del poder.

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