Por Carlos Tórtora.-

Aníbal Fernández, un especialista en meter el dedo en la llaga, inauguró la nueva pulseada del oficialismo al decir que, si gana Sergio Massa, Cristina no le va a poder marcar la cancha y que él va a tener la lapicera. Se abre en este punto una incógnita y es si el tigrense va a hacer campaña remarcando que él no va a tener dependencia alguna de la expresidenta. De ser así, ella quedaría en una posición sumamente incómoda, ya que el candidato la pondría en el rol de mala de la película. Luego de la desastrosa experiencia de Alberto Fernández -que osciló entre el servilismo y los intentos de rebeldía- es lógico que el ministro de economía busque alejarse al máximo de cualquier similitud con el actual esquema de poder. Podríamos decir que está obligado a tratar de alejarse de lo ocurrido los últimos 4 años.

La jefa en crisis

En realidad, el problema es que Cristina debe reformular su rol y no está claro como lo hará. Si Unión por la Patria ganara la elección, surgiría un Massa con plenos poderes, incompatible con una jefa en las sombras. ¿Aceptará ella su eclipse político? ¿O buscará condicionar al nuevo presidente desde su baluarte bonaerense?

Es muy pronto para avanzar en estos temas pero lo que hoy está en juego, hasta el 22 de octubre o hasta la segunda vuelta, es cómo convivirán Massa y Cristina siendo que al primero le conviene claramente bajarle el precio a ella.

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