Por Luis Alejandro Rizzi.-

Luego que el gobierno perdiera la elección de medio término el 2021, surgió la versión en el sentido de que Sergio Massa, con un equipo de buen nivel, asumiría el Ministerio de Economía en remplazo de Martín Guzmán.

Debo reconocer que le di crédito a ese “rumor” y lo cierto es que al final asumió, pero siete meses después.

Habría dos preguntas, aceptando la veracidad de la versión. La primera sería quién o quiénes le pusieron la bolilla negra; pudieron ser Cristina y “eso”, sólo Cristina o sólo “eso” y algún audaz arriesga que pudo haber sido el mismo Massa, al que le habrían rechazado algunas de sus condiciones.

Tal el grado de confianza que despiertan estos personajes…

Era obvio que, si Massa hubiera sido designado ministro y lograba mantener la inflación en el nivel del 50/60%, ajustando el gasto y con un tipo de cambio realista, se convertía en el candidato natural para las próximas elecciones y con muy buenas posibilidades de ganar; en síntesis, pudo haber sido otro “Menem”.

Se hubiera quedado con todo.

No podemos saber realmente a cuánto estuvo del ministerio en ese momento crucial para el gobierno y para Cristina; pudieron ser milímetros o kilómetros…

La otra pregunta se responde sola; fue vetado para sacarlo del juego y se lo prefería congelado en la cámara de diputados como su presidente.

Mirando la cosa a la distancia o con el diario de la semana siguiente, es posible que los efectos de la invasión de Ucrania por parte de Rusia y la sequía no hubieran tenido los efectos que ahora se le atribuyen, lo que no quita que igual hubieran sido usados como se lo hace hoy.

Lo cierto es que Sergio Massa no sólo es el virtual presidente actual sino que con muy poco se ha convertido en un candidato competitivo, por cuya razón Cristina se ocupó en garantizarse los lugares de privilegio en las listas para diputados nacionales, sea para controlar al propio Massa o a un gobierno opositor.

También por prudencia Cristina no participará de la campaña o lo hará en pequeñas dosis; de ningún modo puede participar en un resultado adverso,

Su lejanía de la campaña tiene otra razón: si Massa ganara la elección, ella cuando menos se considerará partícipe del eventual triunfo del que fue privada por su “proscripción”.

Estamos convencidos de que su candidato era Wado de Pedro, ante la defección de Kicillof, de donde Sergio Massa le vino como anillo a medida para su dedo índice. Su paso atrás, al retirar a De Pedro y levantar su veto a Massa, le permite jugar a perdedor y ganador.

Si pierde, Massa será el rostro de la derrota; si gana, hará valer su capital accionario electoral.

No podemos negar que Cristina jugó fuerte y bien con sus escasas cartas, porque queda sin fueros y se expone al riesgo Massa, que dista mucho de ser un Duhalde o un “Fernández”. En fin en el póker político, como en el juego de cartas, no existe el as de espadas… no existe la carta ganadora.

En octubre sabremos si esta serie tendrá otra temporada… podría ser apasionante…

Nuestra historia reciente parece más un guión para Netflix que para un país…

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