Por Roberto Fernández Blanco.-

Se entiende por parasitosis la infestación de un medio activo por parte de un organismo improductivo que se le adhiere, se incorpora y se alimenta del cuerpo invadido depauperándolo, generándole sostenido perjuicio y reduciéndolo en su potencial de vida y desarrollo.

Y una cosa es un holgazán, vago o perezoso -al que no gusta trabajar pero no incomoda- y algo muy diferente es el parásito que se nutre abusiva y destructivamente de sus sometidos por invasión.

Tal es la característica que distingue a la parasitosis marxista populista que se ha venido instalando -con pretensiones de perpetuidad- en las columnas administrativas de diferentes Estados, la Argentina en particular, corroyendo -por la ingenua permisividad de las respectivas ciudadanías- la sustentabilidad de sus cuerpos comunitarios con los caudillajes de los simpatizantes e integrantes del grupo Puebla (Lula, Fidel Castro/Díaz Canel, Chávez/Maduro, Ortega, Arce/Evo Morales, López Obrador, Petro, Correa, flia. Kirchner, Lugo, Mujica, Castillo), todos ellos responsables del deterioro democrático y económico de sus respectivos países.

Es importante tomar plena conciencia de la mecánica invasora e infestación parasitaria del populismo que empieza anidándose en la Administración del Ejecutivo, colonizando al Legislativo para terminar sometiendo al Judicial, centralizando y concentrando la totalidad del poder en un lamentable remedo de Monarquía Lumpen Proletaria.

A la vista tenemos los tres peores casos de parasitosis populista en Latinoamérica: Cuba, Nicaragua y Venezuela, tres lumpen monarquías despóticas con sus estancamientos productivos, sus enormes secuelas de pobreza, la pérdida de libertades y sus involuciones hacia condiciones propias del siglo XVIII.

Habiendo llegado al borde del precipicio por estancamiento e hiperinflación, Argentina tiene hoy una oportunidad histórica que los ciudadanos productivos (los que mayoritariamente hemos votado por el cambio) deberemos saber apreciar, aceptar el desafío, el esfuerzo restaurador y saber defender y preservar el progreso cooperando con la imprescindible recomposición social de libre, armónica y productiva convivencia.

Pero para esto debemos comprender -en plenitud- el error de haber venido torpemente tolerando el abuso y la explotación por parte de los que, en sus patologías, ignorantes, soberbios y arrogantes, han parasitariamente expoliado al pueblo productor ejerciendo un despótico poder absoluto.

Nos referimos al kirchnerismo, sus secuelas y a sus residuales y faltos de ilustración cómplices del ya caduco -y en descomposición- marxismo populista, a su destructiva explotación y a la ya imprescindible necesidad de los pueblos de recuperar el camino del progreso mediante la desparasitación socialista terminando con las oligarquías explotadoras.

Estos “nefastos parásitos vividores de lo ajeno”, enriquecidos por expoliación y explotación social, denominando “derechos a sus privilegios”, denostando como “ajustes” a la “reparación de los enormes desajustes por ellos provocados” alimentándose parasitariamente del producido de aquellos que generan riqueza, tienen el tupé de afirmar que protegen a sus sometidos y amenazan con movilizar a sus grupos violentos para -en verdad- proteger y conservar sus indebidos ingresos y privilegios denostando a las verdaderas fuerzas productivas, la de los emprendedores y la de sus asociados trabajadores productivos, intentando forzar entre estos una grieta, una estratificación antagónica para instalar resentimientos en base a falaces supuestas condiciones de explotación.

No hay antagonismo alguno entre trabajadores productivos, los unos emprendedores creadores de las cadenas productivas, los otros sus asociados empleados colaboradores.

Terminar con los abusos y privilegios de estas oligarquías parásitas improductivas y enriquecidas por explotación implica desparasitar, depurar y liberar las columnas contaminadas de las instituciones públicas.

LA EXPLOTACIÓN MARXISTA POR PLUSVALÍA

La explotación por plusvalía se da cuando un ente parasitario (que nada o muy poco aporta en la red de producción e intercambio de riqueza) se apropia autoritariamente de parte del fruto del trabajo productivo de terceras personas.

La Explotación por Plusvalía existe bajo sistemas dictatoriales, en particular con las arriba mencionadas monarquías populistas lumpen proletarias disfrazadas de democráticas que resultan en gobiernos marxistas populistas en los que anidan las diferentes estructuras parasitarias, esto es, las corruptas oligarquías explotadoras que tienden a perpetuarse valiéndose incluso de inescrupulosos actos mafiosos.

Son básicamente cuatro las vías de explotación parasitaria.

1) Nos referimos, en primer lugar, a la explotación por plusvalía por parte de los políticos populistas de turno en el poder por vía de la dilapidación improductiva, tendenciosa y corrupta de la riqueza despojada al pueblo trabajador productivo mediante retenciones e impuestos expoliadores, incluida la furtiva y desbocada rapiña por emisión de cantidad de moneda (inflación monetaria, violentando y destruyendo su carácter de referencia patrón para los intercambios), con gastos fiscales orientados hacia oscuras adjudicaciones de subsidios y obras públicas de todo tipo que hacen que los ciudadanos productivos se vean forzados -por exacción- a cubrir el pago a favorecidos beneficiarios y a proveedores prebendados por prestaciones amañadas acordadas mediante contubernios, contrataciones manipuladas a cambio de espurios retornos, cohechos con las que los funcionarios de turno nutren sus corruptos enriquecimientos.

2) Explotación por Plusvalía en el campo sindical donde las oligarquías sindicales se enriquecen despiadadamente a cambio de una bien camuflada, supuesta y edulcorada protección del “trabajador”, adueñándose de los aportes forzosos de los trabajadores asalariados y sus patronales, alimentando enriquecimientos personales blanqueados a través de gastos manipulados en inversiones de lo aportado por los “protegidos” desviados hacia obras sobrefacturadas (hospitales y hoteles de sindicatos), algunos traspasados a propiedad de familiares y testaferros y en todos ellos con costos y gastos operativos nunca auditados.

3) Explotación por Plusvalía por parte de proveedores prebendados (pseudo-empresarios) que nada emprenden salvo mediante contubernios y contratos espurios arreglados con funcionarios políticos corruptos que son parte del gobierno nacional y de los provinciales y municipales, mediante asociaciones ilícitas de variadas características para el desvío de riqueza del erario, dineros expoliados al pueblo productor.

4) Explotación por Plusvalía mediante gasto público desviado como subsidios a través de cabecillas de estructuras piqueteras cómplices (perversa “trata de pobres” sometidos como aportantes de votos y proveedores de movilizaciones y manifestaciones extorsivas) con el falso justificativo de combatir la pobreza, la que -con indisimulable descaro- multiplican de manera sostenida y despiadada.

En síntesis, son estas las parasitarias oligarquías predadoras, esto es, las resultantes de la inevitable peor versión del saqueo y despojo incitado por Karl Marx, la de la antojadiza rebelión contra los emprendedores y sus asalariados trabajadores productivos (el falaz supuesto antagónico estrato burgués) a ser llevada a cabo por los cabecillas que, con sus espíritus exacerbados por incitación a la violencia, no sienten reparo moral alguno en sus actos predatorios, a contrario sensu de lo que ingenuamente Marx suponía, que dejarían paso a una avanzada rectora del proletariado con supuesta consciencia de clase para instalar una impoluta Dictadura del Proletariado, sin poder comprender Marx que sus cabecillas, osados e inescrupulosos, al encaramarse en el poder rápidamente se embriagarían con las mieles del mismo abusando corruptamente de sus beneficios y privilegios, intentando perpetuarse enquistándose en el mismo para finalmente generar una inevitable regresión imponiendo una forma de Monarquía Absoluta Lumpen Proletaria (populismo) con ramificaciones feudales, una involución que volvería a concentrar y centralizar todo el poder (un remedo de El Estado soy Yo de Luis XIV) en manos de voraces rapaces arrogados protectores de los pobres, que astutamente ejecutan -en su inescrupuloso beneficio- el pretendido despojo marxista sobre los bienes y medios de producción de los emprendedores mediante el actualizado sutil mecanismo de asfixia, embate y arrebato de sus empresas sustituyendo el proclamado saqueo marxista por descarados mecanismos impositivos de magnitud confiscatoria y expoliación de bienes sumados a un despótico control centralizado y concentrado, regulador y esterilizador de la libre interacción humana y del libre intercambio (mercado).

Y, ávidos e inescrupulosamente astutos, suman también la muy destructiva incautación de riqueza mediante un manejo arbitrario y desmesurado de emisión monetaria.

La suma del poder pasa así a manos de esta Monarquía Lumpen Proletaria, aniquilando la iniciativa personal propia de la Acción Humana, espantando a quienes podrían invertir en nuevos emprendimientos, desalentando el desarrollo productivo, provocando la caída de generación y multiplicación de riqueza y generando una ominosa pauperización comunitaria, en síntesis, un retorno a la miseria medieval, una brutal involución, una cruel forma de explotación por plusvalía por parte de un encaramado grupo parasitario afaníptero de corruptos predadores.

Esta es la Argentina que imperiosamente necesitamos depurar de estas oligarquías a ser erradicadas.

Ninguno de ellos, ilícitamente enriquecidos mediante el espurio manipuleo de los bienes expoliados al pueblo productor de riqueza con el eufemismo de brindarles protección, soportará una simple investigación que pondrá a la luz sus cuentas secretas y sus desmesurados enriquecimientos, sus bienes y lujos mal habidos.

Todo lo que han acumulado no les pertenece, ha sido un ominoso saqueo de lo que pertenece a los explotados trabajadores generadores de riqueza.

Ninguno de estos resistirá una eficaz judicialización por parte de la Institución Judicial.

El hartazgo, pauperización y sufrimiento de los pueblos sometidos augura el ocaso y el posible derrumbe (¿definitivo?) del socialismo marxista populista en Latino América dado sus inevitables sucesivos fracasos, sin excepción, en absolutamente todos los casos, bajo los gobiernos de los mencionados cabecillas, poniendo en indubitable evidencia su naturaleza destructiva.

En 1989 la humanidad derribó el Muro de Berlín.

Estamos hoy en una etapa donde la humanidad debe dar el paso sanador completando el derribo definitivo del mundialmente ruinoso e ignominioso sistema marxista populista.

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