Por Bernardino Montejano.-

La excelente revista “Cristiandad” de Barcelona llega al Instituto de Filosofía Práctica y en el n° 1112 de marzo de este año, aparece un artículo titulado “El otro asesinato de Kennedy”, que versa sobre el asesinato, en 1963, del presidente católico de Vietnam Ngo Dinh Diem.

Algo conocíamos del asunto cuando en octubre de 2018, en Instituto de Filosofía Práctica y en el ciclo “Figuras ejemplares” pronunciamos una conferencia titulada: “El cardenal van Thuan y su familia: víctimas y verdugos”, publicada después en la revista “Gladius” n° l03, Navidad, 2018.

Incluimos entre las víctimas a la familia de van Thuan, porque toda ella sufrió la persecución y ello resalta en las palabras con las que el cardenal dedica a su madre el libro “Testigos de esperanza”, resumen la deuda que tenía para con ella: “me enseñaba todas las noches las historias de la Biblia, me contaba las memorias de nuestros mártires, en especial de nuestros antepasados, me enseñaba el amor a la patria, me presentaba a Santa Teresa del Niño Jesús como modelo de virtudes cristianas. Es la mulier fortis que sepultó a sus hermanos masacrados por los traidores a los que luego perdonó sinceramente”.

Los tíos varones del cardenal eran seis y fueron asesinados cuatro. Uno se salvó porque era embajador en Londres y otro porque era obispo y estaba en el Vaticano. Uno de los asesinados fue Diem; otro, enfermo pronosticaba que lo matarían los comunistas o la diabetes: se equivocó porque lo mataron los norteamericanos.

El futuro cardenal tenía dos tíos preferidos: el obispo y Diem. Con su vocación en duda, discutía con Thuc, que quería inclinarlo al sacerdocio; más inteligente, Diem le pide que lo deje tranquilo. “Si Dios quiere que sea sacerdote se lo hará saber en el momento oportuno”.

Antes de su ascenso al poder Diem estuvo dos años en los Estados Unidos donde se hizo amigo de John Kennedy, ambos católicos, aunque, como dice el artículo, de convicciones muy diferentes. “Diem era devoto, de misa diaria. Dividido entre su atracción por la vida religiosa y su deseo de ayudar a su país de liberarse del comunismo, abrazó lo último como sentido del deber, una cruz que debía soportar”.

Diem abandonó Estados Unidos en 1953 y pasó un tiempo en un monasterio benedictino belga para definir su vocación; definido por la política, en 1954 fue primer ministro en el efímero Estado de Vietnam. Dividido el país entre el Norte, gobernado por el comunismo y el Sur, fue el primer presidente del último.

La estrategia de para derrotar a la insurgencia comunista fue el Programa estratégico Hamlet. “Se crearon y armaron fuerzas policiales locales para que las aldeas pudieran defenderse sin depender de la intervención militar centralizada”. Las comunidades protegidas podían seguir cultivando y manteniendo la economía local… sin necesidad de apoyo económico o militar del gobierno central. Era un desarrollo sostenible logrado mediante la aplicación de los principios de subsidiariedad y de solidaridad.

Mientras tanto, en Vietnam del Norte, los comunistas de Ho Chi Minh confiscaron las tierras a los campesinos, poniéndolas en manos del Estado. Esto codujo a una revuelta campesina y a la represión armada que produjo por lo menos 10.000 asesinatos.

En los años siguientes el mayor enemigo de Diem fueron sus supuestos aliados en los Estados Unidos. Según afirma el artículo que citamos “la alianza entre los medios de comunicación progresistas y el imperialismo estadounidense acabaría siendo mortal para Diem y cientos de miles de sus compatriotas”.

Diem expresó sus temores a su sobrino: “los norteamericanos quieren imponernos sus consejeros y su personal. Quieren imponernos su forma de democracia…. Quieren que me someta a su embajador. Si me someto, Vietnam del Sur perderá su soberanía nacional. Voy a hacer lo que me parece justo y estoy dispuesto a pagar el precio” (citado por Nguyen van Chau, André, Une vie d’espérance, van Thuan, Jubilé, 2007, p. 197). El precio fue su vida.

En 1963, Kennedy dijo a los generales survietnamitas que seguirían recibiendo su apoyo si derrocaban a Diem. Justo, la traición de Kennedy se produce cuando la estrategia de Diem estaba teniendo éxito en la guerra contra la insurgencia marxista.

En un telegrama enviado el 29 de agosto de 1963, Kennedy autoriza rl derrocamiento de Diem por parte del ejército. El golpe tuvo lugar el día de Todos los santos de 1963. Diem y su hermano asistieron a Misa y cuando estaban en la gruta de la Virgen fuera de la iglesia, llegaron los soldados, los metieron en un vehículo de transporte de personal y los fusilaron.

Días después de los asesinatos, la señora Nhu, cuñada de Diem, exclamó: “Quien tiene a los estadunidenses como aliados, no necesita enemigos”

En febrero de 1966 el presidente Lyndon Johnson se sinceró: “Nosotros lo asesinamos. Desde entonces no hemos tenido estabilidad política”. Se quedaba corto, porque la guerra duró casi diez años y en ella murieron casi 60.000 militares estadounidenses y unos 300.000 soldados de Vietnam más un número similar de civiles.

Y concluye el artículo: “Hoy, los católicos de Vietnam siguen venerando a Diem como un mártir. Como afirmó el cardenal Frings en 1965: la mayor parte del mundo no ha dado justo reconocimiento a este noble hombre”. Y agregamos: La Iglesia, tampoco.

Los Estados Unidos perdieron la guerra y tuvieron que irse en 1973. El gobierno de los traidores se rindió a los comunistas: la avidez, la corrupción, la injusticia y la pusilanimidad de los dirigentes militares y civiles fueron la causa del triste final.

Share