Por Luis Américo Illuminati.-

Ortega y Gasset criticaba en «La deshumanización del arte», al término de la Primera Guerra, las tendencias vanguardistas de evitar toda referencia a todo lo que fuera humano, abandonando las formas y paradigmas anteriores, dislocando la realidad en mil pedazos y aislándose en una torre de cristal donde sólo una pequeña minoría comprendiese y accediera a un estilo rebuscado, una suerte de elitismo extravagante y enfermizo. Ahora sucede todo lo contrario, un fenómeno inverso. El Arte en sus distintas ramas, la pintura en general, y en particular, el lenguaje, con predominio avasallante del rock en perjuicio de aquéllas. En el afán de que todo el mundo accediera a la cultura universal, ésta ha sido degradada, puesta a la misma altura, La Gioconda de Leonardo Da Vinci o la Creación de Miguel Ángel, que un mingitorio (Marcel Duchamp), una lata de arvejas (Andy Warhol), una marca de cerveza o cualquier otro producto de consumo masivo.

Ver a Van Gogh beber una marca de café instantáneo produce la misma sensación que ver a unos cerdos pisoteando un jardín y comiéndose las flores. Que penoso espectáculo es ver una obra de arte o la figura de un pintor universal utilizados con fines lucrativos. Los anuncios comerciales de hoy en día abruman la mente y el espíritu, están por todos lados; son un signo patente de la decadencia que invade a todos los espíritus. Los mensajes comerciales que se difunden por televisión es pura basura. Quieres ver un video y tienes que tragarte tandas interminables de anuncios como si fueran píldoras. El mal uso del lenguaje induce el mal en el alma, dijo Sócrates. El mal uso del lenguaje es el método de inducción e inmanencia que utilizan los políticos que alaban y ensalzan a las masas, por caso, el populismo (peronismo colonizado complaciente, kirchnerismo, chavismo, marxismo-trotskismo-comunismo, etc.), sin asumir responsabilidad alguna. El lenguaje utilizado como medio para conseguir poder o ganar dinero conlleva un mal fin: miente y corrompe. Es un uso mercenario y deleznable. En cambio, el lenguaje utilizado como fin en sí mismo, para hacer un poema o relatar una historia singular, apunta hacia la verdad y hacia la auténtica belleza. Un buen escritor es alguien a quien le importa el significado profundo de las palabras. El buen escritor sabe que la palabra es la casa del ser (Heidegger), y por eso usa el lenguaje con el mismo amor y cuidado con que el sembrador arroja las semillas en el campo. Usando bien las palabras se fortalecen las almas. El Anti-Arte no es la refutación o la antítesis del Arte sino una involución del pensamiento, un retroceso, una suerte de aquelarre, una rebelión contra la coherencia, y el sentido, una señal de insatisfacción y de hastío de la vida, un deseo inconsciente de suicidio colectivo, un síntoma o síndrome subyacente que subtiende a un plano existencial donde sujeto y objeto están en guerra permanente, plasmando un «yo en fuga». Del mismo modo que nació el Anti-Arte como un fenómeno nefasto y nocivo, surgió el kirchnerismo -mezcolanza ideológica de zurdos fracasados, peronistas colonizados y sindicalistas feudales- como la Anti-Política, como modo de demoler las instituciones republicanas, bastardear la Constitución y burlar a la Justicia. En síntesis, el kirchnerismo no es otra cosa más que una perversa organización ilícita con fachada de partido, que se ha robado durante 20 años los fondos del Estado y cuando es oposición como ahora -lo mismo le hizo a Macri- organiza disturbios, piquetes y protestas a granel, con el retorcido fin de hundir a la Argentina.

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