Por Bernardino Montejano.-

El Instituto de Filosofía Práctica, en su curso permanente “Figuras ejemplares”, le rendirá homenaje el 26 de junio al Doctor Angélico, con una conferencia de su distinguido socio el padre José Ignacio Ferro Terrén, quien hablará de su legado; ello no es óbice para que le dediquemos la nota de hoy, que prueba que el pensamiento político del gran teólogo, además de un libro específico, “El régimen de los príncipes” se encuentra disperso en muchos otros lugares de su obra, tan rica y sugestiva.

Ese pensamiento, de una actualidad asombrosa, es formativo para la inteligencia a cualquier edad, pero en especial, en la juventud, a veces desorientada por un exceso de ofertas: a veces de verdades mal expuestas, otras veces de viejos errores que se presentan engañosos con nuevos atavíos lingüísticos; un ejemplo es señalado por el dominico André-Vincent cuando se refiere al dios de Teilhard de Chardin: es “el viejo logos de los estoicos vestido de cosmonauta”. Es una nueva versión de un viejo panteísmo.

Esta nota glosará un texto político, que se encuentra en “Los mandamientos comentados” y que es de increíble actualidad en la sufriente Argentina: “Los malos príncipes y reyes perversos obran contra la voluntad del Señor que quiere un gobierno justo. Cometen sus tropelías unas veces solapadamente y otras con violencia. Otras veces, despojan a sus súbditos estableciendo leyes solo con vistas al lucro. Tener dos pesas es algo que el Señor abomina: la balanza dolosa no es buena. Quien compra dignidades vomitará las riquezas que devoró y de su vientre se las arrancará Dios”.

Hoy, para los argentinos es un gran día; por lo menos para dos grandes delincuentes se acabó la impunidad: vomitarán las riquezas que devoraron.

El cauto diario “La Nación” en su tapa, así titula la gran noticia: “La Corte anuló la absolución de López y De Sousa en un fraude por $8.000 millones” con el subtítulo aclaratorio: “ILÍCITO. Es por haber retenido ilegalmente el impuesto a los combustibles”.

Un tribunal oral los había absuelto, pero condenado al ex titular de la AFIP Ricardo Echegaray. Cuando ocurrió el fraude hace unos diez años, el monto retenido equivalía a mil millones de dólares.

“Es un caso de defraudación al Estado delito más grave que el de evasión impositiva. Oil Combustibles, la petrolera de López y De Sousa, se quedaba con la recaudación de impuestos que cobraba como agente de retención de la AFIP. Retenía impuestos y no se los entregaba al Estado… Esos impuestos les sirvieron para expandir su amplio holding de empresas. Por este caso fue condenado el ex jefe de la AFIP Ricardo Echegaray… Habían condenado al que permitió el delito, pero no a los que lo cometieron”; algo extraño.

En el medio siglo que ejercimos la insana función notarial retuvimos impuestos, tasas y servicios, sin jamás atrasarnos en ningún pago y vivimos obsesionados entre vencimientos y amenazas; fuimos varias veces inspeccionados, algunas veces por personas competentes, respetuosas y objetivas, otras que intentaban buscar roña y que, en una oportunidad, intentaron probar que ocultábamos una propiedad con la muy débil prueba postal, porque a ella llegaba correspondencia para una cuñada. Tuvimos que molestar a la dueña Ivonne Bordelois, quien nos facilitó el título, con lo cual se terminó la sospecha y acabó la requisitoria. Nos sentíamos como ante un tribunal de la entonces Unión Soviética.

Así llegamos a la jubilación, que poco tiene de júbilo en nuestro caso y esperamos la muerte con una seguridad: que en ninguno de los tres lugares en los que podremos habitar: el infierno, el purgatorio o el cielo existen impuestos, tasas, servicios, retenciones, inspectores, inspectoras, ni Agencias de Ingresos Públicos.

Con el tema de las retenciones existen casos trágicos como la de un notario que un tiempo perteneció al Instituto de Filosofía del Colegio de Escribanos, buen profesional, puntilloso y responsable que un día tomó una adscripta quien, en lugar de pagar a quien debía, las retuvo para ella; todo salió a la luz en una inspección y el confiado y crédulo colega, estuvo años pagando las retenciones no ingresadas oportunamente.

Otro caso de retención indebida ocurrió en el Instituto de Filosofía Práctica, durante los años de receso e inactividad, cuando Soaje Ramos desde Córdoba nos remitía los fondos para pagar expensas, impuestos y servicios y nosotros entregábamos el importe a una técnica destinada al INFIP para que hiciera los pagos. Los hacía, excepto las facturas de Aguas Argentinas, que como el servicio no se interrumpía, ingresaban a su bolsillo, otra retención indebida. Todo esto saltó por una demanda del ente público que bastante nos costó. Pero lo más increíble fue la reacción de esta “filósofa tomista” y su protesta, aduciendo que, al expulsarla por su inconducta, la privábamos de su segunda casa.

De todos modos, todas estas son cosas pequeñas comparadas con la colosal defraudación de López y De Sousa. Por eso la resolución de la Corte Suprema de Justicia, tomada por unanimidad, que anula y deja sin efecto las absoluciones de los empresarios Cristóbal López y Fabián de Sousa por retención indebida del impuesto a los combustibles, debe ser festejada en la tierra, como sin duda la celebra en el Olimpo la diosa Némesis, “venganza” para algunos, aunque nosotros preferimos la traducción de Aristóteles: “justa indignación”.

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