Por Hernán Andrés Kruse.-

POPULISMO

“La compleja tarea de definir y caracterizar a la extrema derecha radical se vuelve aún más ardua cuando el populismo entra en juego. El batiburrillo taxonómico de la nomenclatura populista para cualquier tipo de movimiento, ideología o partido político ha adquirido una dimensión importante tanto en el mundo académico como en el lego. En primer lugar, y al igual que sucede con el calificativo de extremo, el populismo puede adherirse tanto a tendencias de derecha como de izquierda. En segundo lugar, porque su uso tiene una connotación peyorativa, por lo que puede sugerir sesgos en su articulación académica. En tercer lugar, porque es un término que se ha popularizado en los últimos tiempos y cuya sobreutilización ha hecho que pueda convertirse en un lugar común para estudiosos de la extrema derecha, periodistas y activistas, así como para el público general.

Pero entonces, ¿qué es el populismo? ¿Cuál y cómo es la extrema derecha populista? El problema terminológico sobre qué es el populismo y la frecuencia con que este concepto se asocia a la extrema derecha se sitúa en el centro de muchas de las aportaciones de este número monográfico. Para Roger Griffin una buena utilización de este concepto podría ser la clave para comprender mejor las diferencias entre las derechas radicales y las derechas fascistas o neofascistas. Por su parte, Wieviorka rechaza la vinculación directa entre populismo y extrema derecha, puede haber una extrema derecha populista, pero no todas las extremas derechas lo son.

En ese mismo sentido, Pablo Ortiz Barquero y Jorge Ramos-González en su artículo “Derecha radical y populismo: ¿consustanciales o contingentes? Precisiones en torno al caso de Vox”, a partir del análisis del discurso del partido de derecha radical español, subvierten esa idea compartida por una parte considerable de la literatura que concibe la expresión de cualquier derecha radical como intrínsecamente populista. Desde la definición de un eje articulado en dos polos comprueban si el discurso de Vox apela a un sujeto político definido en los términos de un etnonacionalismo excluyente o, si por el contrario, invoca a un sujeto popular ‒un pueblo‒ subyugado por una élite. Los autores muestran cómo este partido incide mucho más en la idea de una nación gloriosa ahistórica, atacada y en crisis ―cuyos límites son claros al igual que lo(s) que están fuera de ellos―, que en un discurso anti-elitista y, por tanto, populista. Esto no significa, como concluyen, que en ocasiones puedan hacer uso de este discurso.

Partiendo de una perspectiva distinta, Sergio Pérez Castaños y Giselle García-Hípola en su artículo “La derecha radical populista en elecciones al Parlamento Europeo en 2019. Diferencias y similitudes en la dinámica de comunicación” subrayan la dimensión anti-elitista y la deslegitimación de las instituciones establecidas en su definición de la extrema derecha populista que, aunque también puede darse en partidos de distintas ideologías políticas, en su opinión, es un rasgo común de muchas formaciones de la extrema derecha europea, entre ellas Vox. No descartan el ultranacionalismo excluyente de estas formaciones, pero lo relacionan con el populismo al apelar a las emociones de los desencantados y perdedores de la globalización. Para estos investigadores, el avance del populismo de extrema derecha en Europa se explica por la creciente desigualdad económica ―debido a la globalización, la integración europea y transformaciones sociales y económicas coyunturales―, como una reacción cultural ―frente al cosmopolitismo, multiculturalismo y los movimientos postmaterialistas como el ecologismo, el feminismo o el LGTBI+―, y una confrontación política ―ante la considerada ineficacia de los gobiernos nacionales dominados por burócratas y el establishment―.

Esta división tripartita, económica, cultural y política de los componentes del populismo de extrema derecha se encuentra también en el análisis realizado por Eduardo Sánchez-Iglesias, Vicente Sánchez Jiménez y Guillermo Fernández-Vázquez en su artículo “El programa político del Frente Nacional en Francia a la luz de las fórmulas ganadoras”. Estos investigadores caracterizan Front National como un partido de ultraderecha nacional-populista y anti-elitista en oposición a los de arriba (las élites) y a los de fuera (los inmigrantes). Su paulatino ascenso se explicaría por la aplicación de esta fórmula nacional populista en los tres niveles: económico, cultural y político. Así, encontraríamos en su discurso una oposición a la globalización vista como una amenaza económica especialmente por parte de los grupos sociales menos acomodados; la reacción cultural frente aquellos que pretenden la disolución de la comunidad francesa a través de la inmigración (especialmente la musulmana) y las estructuras supranacionales (principalmente la Unión Europea); y la reacción hacia el establishment y la incapacidad de las élites de garantizar el bienestar de los franceses. Según Sánchez-Iglesias, Sánchez-Jiménez y Fernández-Vázquez, el viraje del Front hacia un discurso eminente económico y de carácter más “social” y estatalista se interpretaría como una “tercera fórmula ganadora” de tipo populista dirigida a ampliar su posible electorado·

LA TRANSFORMACIÓN DE LA DEMOCRACIA

“El análisis relativo a la conceptualización de la extrema derecha también debe tener muy en cuenta, consecuentemente, las transformaciones sociales y los cambios de la sociedad en la que vivimos, caracterizada por una “modernización reflexiva” (Beck, Giddens y Lash) en la que emergen aspectos peculiares vinculados a la agudización de los procesos de individualización y, de manera más general, de las transformaciones subyacentes a las sociedades industriales tardías.

Rubén Díez García, Ariel Sribman Mittelman y Graciela Merigó Puig plantean este análisis que vincula el auge de la extrema derecha con los procesos de fragmentación de las identidades colectivas, la precariedad laboral, la pérdida del reconocimiento de determinadas categorías y grupos sociales, y los cambios relacionados con los procesos de globalización, en su introducción de la traducción ―por primera vez en español― del texto “The Dispossessed” [los desposeídos], primer capítulo firmado por Daniel Bell del libro que él mismo editó en 1963 The radical right. The New American Right Expanded and Updated. Ciertamente, en el texto de Bell resuenan algunos elementos, marcos e interpretaciones del estudio de las extremas derechas contemporáneas, empezando por el uso pionero del término derecha radical que, aunque diferente del actual, busca igualmente referirse a nuevos espacios entre las derechas tradicionales y conservadoras y los proyectos fascistas de entreguerras. Evidentemente, la distancia temporal y las transformaciones sociales estructurales acaecidas en los últimos 60 años hacen que las similitudes entre marcos interpretativos deban escudriñarse bajo la lupa de los contextos históricos.

Pero desde esa distancia hay elementos como el análisis psicosocial de la dimensión emocional de la ruptura o la falta de referentes institucionales, y de la influencia del discurso anti-elitista y anti-establishment de tipo conspiranoico, que resultan realmente útiles para entender la evolución y las características de la derecha radical estadounidense y, en concreto, del largo recorrido que da lugar a la Alt-right. Al mismo tiempo, y de manera más general, el texto de Bell permite aproximarse a otros procesos contemporáneos igualmente recurrentes en los estudios sobre la extrema derecha, como el populismo, la desafección ciudadana ante la política nacional y los procesos de mundialización, o la afirmación de las identidades nacionales, que pueden proporcionar elementos explicativos de la capacidad de esta extrema derecha radical de atraer a los “desposeídos”.

Tanto este artículo clásico como la introducción realizada por Díez García, Sribman Mittelman y Merigó Puig nos dan pie a plantear quizá una de las grandes conclusiones que podemos extraer del monográfico y que está presente en casi todos los textos que lo componen, y es que las transformaciones sociales que posibilitan el auge de los procesos de derechización son un reflejo, una consecuencia y a su vez un motor de la transformación de la democracia liberal, generalmente en sentido negativo. Michel Wieviorka señala que los espacios intermedios entre la extrema derecha y la extrema izquierda se han ido borrando, y la ciudadanía cada vez más se siente atraída por posturas y repuestas que se producen en alguno de los dos lados. Al mismo tiempo afirma que en cierto modo la extrema derecha ha conseguido en los últimos años que el debate y las formas en las que evoluciona la democracia estén cada vez más en su terreno.

Este argumento es compartido por Sánchez-Iglesias, Sánchez-Jiménez y Guillermo Fernández-Vázquez en su análisis de la evolución del Front National, cuando explican el contexto de derechización del debate público en Francia y la proliferación y normalización de discursos cada vez más intransigentes respecto al islam, la inmigración o el denominado “comunitarismo”. Igualmente, Matteo Albanese insiste en esta tendencia al reflexionar sobre la polarización política contemporánea que, según el historiador italiano, es precisamente una polarización hacia la derecha, en la que se han recuperado debates sobre la libertad sexual, los roles de género, la diversidad étnica y cultural, que parecían superados y que ponen en crisis los cimientos sobre los que se erige la Revolución Francesa y la Democracia Liberal.

Breno Bringel y Esther Solano discuten sobre este viraje hacia posiciones más a la derecha, influidas por el neoliberalismo, y al mismo tiempo destacando el rol negativo que ha jugado una izquierda en ocasiones demasiado alejada de los procesos sociales que se estaban produciendo, tanto en su comprensión como en su capacidad de darles respuesta. El caso brasileño y el estadounidense son dos buenos ejemplos en los que la izquierda política partidista e institucional se ha quedado rezagada y no ha sabido entender las demandas, necesidades y transformaciones de muchos de los actores sociales que, de manera tradicional o por su posición socioeconómica, conformarían una parte importante de su electorado”.

(*) Fuente: Álvarez-Benavídez, Antonio y Emanuele Toscano: “Investigar la extrema derecha del siglo XXI: características, significados, actores y enemigos” (Encrucijadas-Revista Crítica de Ciencias Sociales-Volumen 21-2021).

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