Por Luis Américo Illuminati.-

«Seuls les coeurs de lion sont de vrais coeurs de pére» (Sólo los corazones de león son verdaderos corazones de padre). Luis María Grignion de Montfort.

«No niego los derechos de la democracia; pero no me hago ilusiones respecto al uso que se hará de esos derechos mientras escasee la sabiduría y abunde el orgullo» (Henri-Féderic Amiel).

«Algunos izquierdistas creen que el mundo comunista funcionaría bien si la ‘gente buena’ estuviese a cargo. No se dan cuenta de que, por definición, la gente buena no quiere controlar sino velar la vida de los demás» (Ludwig von Mises).

La verdadera Historia debe ser nuestra guía permanente, nuestro faro en la costa mientras el barco navega en la noche en aguas turbulentas. Ella revela lo que fuimos en el pasado y a ciencia cierta explica lo que hoy somos, ordenados o desordenados, organizados o desorganizados, unidos o desunidos. La Historia debe ser como un faro luminoso, una ascua o una antorcha que alumbre la costa accidentada para evitar que los navíos no choquen contra las rocas. La mistificación de la economía argentina de los últimos 80 años constituye una de las más agudas epidemias nacionales. Y esto ocurre indefectiblemente cuando en el campo de la cultura y la política dominan los «intereses creados». Ya va a ser casi siete meses que Javier Milei está a cargo del gobierno, y las víctimas del naufragio del anterior gobierno quieren que haga milagros. Para unos es un aprendiz, para otros «un piloto de tormentas» en su primer viaje, y otros lo ven como un economista metido a político a quien le dan su voto de confianza no más allá de un año o año y medio. Él mismo se ha encargado de explicar la hoja de ruta del viaje que ha emprendido. Discípulo, de Murray Rothbard y la Escuela Austríaca y de la praxeología de Ludwig von Mises.

Antes de desilusionarse o desanimarse de los planes de Milei viendo uno los obstáculos y vallas que le ponen en su camino los diputados y senadores kirchneristas, hay que entender el derrotero de sus ideas y medidas económicas y confrontarlas con las de Rothbard expuestas en su libro: «Historia del Pensamiento Económico» (volumen I y II), único en la materia. Rothbard hizo en economía algo parecido a lo que hizo Wilhelm Windelband con su libro «Historia General de la Filosofía».

Vale la pena repasar los dos volúmenes de Rothbard, de ágil y comprensible lectura. Discrepa sustancialmente con Adam Smith, pope mayor de la ciencia de la economía de Occidente, de quien tiene una opinión bastante negativa. Pondera la Escuela de Salamanca cuya anticipación de la teoría subjetiva del valor fue una valiosa aportación. Valora con justicia la ola de autores como Turgot y Cantillón. Su crítica a los conceptos vertidos por Adam Smith está fundada en argumentos sólidos, coherentes y refutatorios de su obra capital «La riqueza de las naciones» y lo hace responsable al autor de un fatal desvío y dislocación en la línea de evolución de la teoría económica al preparar la teoría pre-marxista del valor. Así le allanó el camino a Karl Marx para que elaborara su obra «El Capital». Rothbard cree firmemente que la historia del pensamiento económico no es un proceso lineal. Todo lo contrario. Cabalmente demuestra que el camino es tortuoso, en zig zag. Grandes descubrimientos y teorías con ideas fundamentales caen en el olvido -o son descartadas sin el más mínimo examen- y son sustituidas por graves errores y falacias, zarandeando y haciendo perder el rumbo del verdadero avance de la economía como ciencia matemática por las múltiples intrusiones de corte político, religioso y social, que constantemente influye sobre los economistas, aseverando que muy posiblemente las respuestas a los problemas e interrogantes económicos de nuestro tiempo pueden haber sido pensados y descubiertos por grandes economistas del pasado, muchos de ellos poco conocidos y, por ende, sus enseñanzas fueron ignoradas. Otro aspecto interesante del pensamiento de Rothbard es que resalta la gran influencia que han tenido las creencias religiosas, particularmente, el pensamiento católico, en la evolución de la teoría económica liberal, la Escuela Austriaca es de origen católico y continental y se opone a la tradición protestante y anglosajona de la Escuela clásica inglesa que surge a partir de Carl Menger en 1871, alcanzando su máximo desarrollo con Ludwig von Mises y Friedrich A. Hayek. El enfoque austríaco es la principal alternativa científica al paradigma neoclásico en sus distintas direcciones y variaciones (keynesiana, Escuela de Chicago, etc.). Concretamente, Rothbard se declara fervoroso discípulo de Mises cuya concepción de la economía es contraria al positivismo y a la ingeniería social inherente a tal filosofía. Para Rothbard, la influencia de Adam Smith en la posterior evolución de la ciencia económica fue «desastrosa» al impregnarla de un estrecho calvinismo y una clara involución que truncó la rica tradición recibida por los escolásticos españoles que se fue construyendo sobre la base de la teoría subjetiva del valor.

Cabe hacer una clara distinción para comprender la tremenda crisis en que hoy de debate la Argentina. Un desplazamiento inusitado se ha dado en el plano moral en los últimos 80 años, es decir, al finalizar la Segunda Guerra Mundial. El mundo hizo un giro de 180 grados con relación a las costumbres, los hábitos y las formas de la cultura, el principio autoridad fue puesto en tela de juicio. Entonces aparecieron más virulentas que nunca las dos fuerzas opuestas por naturaleza, renovadas y fermentadas con los vertiginosos adelantos tecnológicos. Dos fuerzas antagónicas en todos los campos de la cultura y de la ciencia. La permanencia, la razón constituida enfrentada a lo nuevo, el cambio, la razón constituyente o reformulada por las Ideologías. Ante la falta de acuerdo se dio el choque y comenzó una crisis que parece no tener fin. Las ideologías con supresión de la tolerancia constriñen al hombre contemporáneo a elegir o blanco o negro, o esto o aquello. Es la ideología del «o», la cual es destructiva para una sociedad que quiere superar las antinomias. Lo ideal, que es el camino opuesto consiste en la integración con miras a lograr el equilibrio. Es la cultura del «y». A lo viejo y bueno se le agrega lo nuevo para su renovación. No todo lo viejo no sirve y está pasado de moda ni todo lo nuevo es contraproducente. Así es como se conjugan y se complementan Heráclito que proclamaba, todo cambia, todo fluye, no me baño dos veces en el mismo río y Parménides que era partidario de lo inmutable, de lo estático y fijo. La permanencia versus el cambio. De lo que se sigue es que con mente serena lo justo y conveniente se basa en la conclusión lógica de que hay cosas que, de suyo son mudables y pueden ser sustituidas, y hay otras que la razón está indicando que son perdurables, eternas, inmutables: Dios y la Verdad. Y la necesaria comprensión para llegar al camino de la paz y la concordia que es el Amor, un sentimiento universal, único camino para salir del Laberinto del Minotauro que es la política y la economía entremezcladas entre la alfombra colorada y el barro para conseguir la brújula que ambas se disputan.

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