Por Oscar Edgardo García.-

Lilia Lemoine expresó públicamente su enojo con la Señora Victoria Villarruel porque no se manifestó sobre la visita que un grupo de diputados de La Libertad Avanza efectuó en el Complejo Penitenciario Federal de Ezeiza a presos acusados por delitos de lesa humanidad.

Lo hizo de manera irrespetuosa al utilizar un lenguaje vulgar y peyorativo, entendible para una cosplayer e influencer pero inapropiado para una diputada nacional.

El enfado de la legisladora carece de sustento dado que la postura de la Vicepresidente es coherente con la que exteriorizó durante toda su trayectoria política.

Por otra parte, Lemoine ignora como norma de vida las siete obras de misericordia corporales:

dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir a los enfermos, enterrar a los muertos y visitar a los presos.

Su conducta evidencia que para ella no se aplican los derechos humanos a quienes sufren prisión por lesa humanidad y tampoco están alcanzados por misericordia alguna.

Asimismo, su liviandad intelectual la lleva a ignorar la existencia de presos que son inocentes, que no tienen condena definitiva y que teniendo el derecho a prisión domiciliaria la misma le es injusta e indebidamente negada por cuestiones estrictamente políticas.

Finalmente, la diputada debería reconocer que desde el momento en que Javier Milei decidió que Victoria Villarruel lo acompañara en la fórmula presidencial su ideología quedó sumada a la de La Libertad Avanza.

Un silencio mediático no le vendría mal a la «terraplanista» Lemoine.

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