Por Carlos Tórtora.-

El gobierno se encuentra en estado de éxtasis por la enorme difusión que tienen los escándalos que envuelven la figura de Alberto Fernández. Con toda lógica, Javier Milei entiende que más allá de la diversidad de opiniones y matices ideológicos que hay en el peronismo, éste en su conjunto está siendo golpeado por el escándalo de Alberto.

Hasta tal punto el oficialismo está entusiasmado que el presidente suspendió el acto que iba a realizar el 29 en La Plata con un tono electoral, porque el gobierno no quiere cortar el clima creado por el escándalo.

En una visión simplista del tema, lo de Fabiola Yáñez seguirá golpeando al peronismo durante bastante tiempo.

Pero queda por saber si en el justicialismo estos hechos provocarán una reacción.

La primera reacción luego de las denuncias de Fabiola fue la reunión de Axel Kicillof con el gobernador de La Rioja Ricardo Quintela y el surgimiento de éste como candidato a presidir el PJ. En cambio Sergio Massa, que iba a reaparecer el domingo pasado en Sierra de la Ventana, se llamó a silencio nuevamente, tal vez ante el peligro de quedar en el medio de las discusiones sobre las frivolidades de Alberto en su carácter de ministro de economía de éste.

¿Y después qué?

Aunque parezca poco probable, también hay que considerar la posibilidad de que el escándalo provoque una reacción que saque al peronismo de su actual apatía. A menos de un año de las PASO del año que viene, la ola triunfalista de Milei se ha detenido y esto genera la posibilidad de un rebrote peronista, aprovechando el hecho de que estamos ante una elección legislativa, donde el peso de la figura presidencial será relativo.

Nadie en su sano juicio especula con que el escándalo de Alberto pueda durar más de algunas semanas y luego volvería a hacerse sentir el rigor de una economía estancada, por más que el gobierno se aferre a la aparición de tímidos índices de reactivación.

Milei parece ser incapaz de construir políticamente si no es sobre las bases de un éxito económico. La sociedad entre La Libertad Avanza y el PRO, que podría dominar el mapa político, es ahora más bien una pelea de gallinero.

En su precario armado político, el presidente sigue pivoteando sobre su hermana y los movimientos de Guillermo Francos ya no gravitan tanto. Con un gabinete en permanente lucha interna, Milei es un presidente con escaso despliegue político y dedicado más bien a dar incontables batallas mediáticas.

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