Por Oscar Edgardo García.-

Finalmente Cristina Fernández de Kirchner rompió parcialmente el silencio (siempre tiene que romper algo) refiriéndose a la situación que se está viviendo en Venezuela como consecuencia de las elecciones presidenciales.

Sus manifestaciones son coherentes, dado que están en concordancia con la insustentable ideología que ya le conocemos, así como también con sus habituales «fake news», que en esta ocasión la condujeron a sustentar la existencia de un hackeo al sistema informático electoral sin existir prueba alguna de ello.

En el contexto de su discurso fantasioso, se ocupó de instar al oficialismo a entregar las actas electorales y a cumplir con el legado de Hugo Chávez, que es lo que justamente está haciendo Nicolás Maduro, pero mantuvo deliberadamente su silencio sobre las denuncias de fraude electoral, la represión de las justificadas protestas callejeras del pueblo, los inaceptables secuestros de opositores y la muerte de ciudadanos protestantes en las manifestaciones como consecuencia del accionar de las fuerzas de represoras del gobierno.

No obstante lo expresado precedentemente, debemos reconocer como verdadera la sentencia de la expresidente de la Nación acerca de que “en Venezuela no hay ni diablos ni ángeles” ya que todos ellos están exiliados o desaparecidos por el ejercicio del poder dictatorial de Chávez y de Maduro y sólo quedaban rehenes de ese sistema hasta el día de las últimas elecciones, dado que su resultado los convirtió en patriotas.

Los silencios de CFK se siguen escuchando. Nada en ella ha cambiado.

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