Por Hernán Martínez.-

Los últimos 20 años, nos invadieron con el gingle «es de derecha, ¡fascista!» Sabemos que los extremos de derecha o de izquierda son tan similares que se funden en una sola política: no reconocimiento de los Derechos Constitucionales, no a los procesos democráticos, no a la libertad de los individuos, no a las políticas comerciales liberales, si a la presión del Estado, sobre todo lo que hacemos y pensamos, y siguen los principios de estos extremos.

Lo más parecido a esto hoy es el quinteto Nicaragua, Venezuela, Cuba, Rusia y China, entre sus más representativos.

Por eso, como han confundido o no aclarado tanto, lo que nos infundieron desde los gobiernos kirchneristas es una verdad a medias, interpretando lo que les convenga según sea el personaje, todavía me gustaría saber dónde están los 22.500 desaparecidos que no se pueden justificar con nombre y apellido (ojo, no sumen los que estaban desaparecidos a los que aparecieron en el terremoto de México, o a los que viven en otro país cobrando las reparaciones históricas).

Ser de derecha no está mal, y lo expresaron en estas elecciones, donde eligieron Derechos Constitucionales y no falsos, obligaciones reales, libre mercado, Estado presente en lo que le compete únicamente y no en todo, aun en nuestro pensamiento.

Llegó la hora de que se pongan a trabajar, a buscar trabajo y a formar parte de una sociedad sin privilegios a todos los empleados públicos que tienen privilegios por sobre el resto cuando son al menos iguales, y sí, seguramente mediocres en su mayoría, aunque hay muchos de verdadero valor.

Tienen que seguir los de carrera, y afuera los ñoquis y los nombrados últimamente por los fallidos Capitanich, Rodríguez Saá, etc., que en un acto democrático pasaron a planta permanente a los que ellos mantuvieron contratados, sólo por hacer daño económico a los que siguen.

Llegó la hora de vaciar los ministerios inservibles con presupuestos enormes para manejar a discreción lo que se les antoje. Propongo revisar todas y cada una de las compras de los últimos dos años realizadas por los ministerios y empresas públicas para que la Justicia se expida sobre las mismas. Revisar los derechos de exportación, cómo se manejaron, los de importación, y poner a la Justicia encima de todo esto. Una Justicia independiente hasta en su presupuesto y designaciones.

Ser de Derecha implica también algo que no saben hacer: dejar pensar y actuar libremente a las personas, controlando desde el Estado sólo la función de garantizar los derechos constitucionales.

Ser de Derecha también es defender los derechos bajo las formas de reclamo civilizadas y no parando todo lo que les conviene. Los Baradel, los Moyano, los gordos de la CGT, etc., sigan durmiendo la siesta de estos últimos cuatro años. Cuando salgan violentamente a la calle, como lo saben hacer, espero que no subviertan el orden constitucional ni el orden público, ni los derechos de los demás, como la educación, la circulación, la libre expresión y todo eso que no saben que debe respetarse.

Ser de Derecha también es no permitir que los gremios sean obligatorios, sino que las agremiaciones deberían ser libres y no obligatorias, porque de esa manera tendrán que trabajar en serio para los beneficios de los trabajadores para que los elijan. También deberíamos pensar si realmente las obras sociales deben ser administradas por los gremios. Tenemos más de 400 obras sociales, cuya mayoría no funciona, no responde o están vaciadas de asistencia, dejando al afiliado solo con su destino.

Los gremios defienden derechos reales y tienen la obligación de que el trabajo sea sagrado y real dando el ejemplo, empezando por los delegados que en su mayoría se ponen la camiseta de privilegiado y no trabajan exigiendo lo inexigible.

Ser de derecha también es reconocer a quienes quieren vivir libremente, en paz, y con la seguridad de que pueden salir a la calle sin estar amenazados.

Ser de derecha también es que el delincuente esté adentro cumpliendo condenas, que los jubilados cobren lo que se debe y nunca menos de lo que se le paga a esos delincuentes que tienen un sueldo. Deberían sacarles los sueldos para que piensen en que, si delinquen y van presos, sus familias se quedan sin soporte económico, debiendo pensar antes de actuar delictivamente.

Ser de derecha también es pagar impuestos como todos, trabajar, educarse, tener valores y principios, tener equidad cívica, denostar la violencia y la falsedad ideológica.

Ojalá se rectifiquen en el más breve tiempo todas las inequidades, privilegios, partidas presupuestarias vergonzosas para que se pongan a trabajar los vagos y a crecer los que vienen sosteniendo esa caterva privilegiada que cada vez es más mediocre e inútil.

Ser de Derecha no está mal, aunque en 20 años nos hayan vendido lo contrario.

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