Por Oscar Edgardo García.-

Los distintos medios de comunicación realizan diariamente entrevistas a economistas de renombre y larga trayectoria que opinan sobre la situación económica del país, las medidas que el gobierno establece en su gestión y la predicción sobre los resultados futuros.

Un buen número de ellos viene llevando a cabo su tarea profesional desde hace 40 años o más y en algunos se observa que sus opiniones se van «acomodando», según la oportunidad, a las diferentes variaciones que van ocurriendo en el contexto económico del país.

El estado en que se encuentra actualmente la Argentina permite deducir que las soluciones que han propuesto durante su carrera profesional o no han sido aplicadas por los gobiernos de turno o no produjeron los resultados pronosticados.

Es asombroso que entre ellos haya economistas que han sido funcionarios de algún gobierno en el pasado y que, a pesar de que tienen alguna cuota de responsabilidad por los errores que cometieron en su gestión, se manifiestan públicamente con soluciones que no fueron capaces de implementar durante el ejercicio de sus funciones oportunamente.

Asimismo, aparentemente sus predicciones tampoco se cumplieron en su vida personal porque, de haberse efectivizado, serían multimillonarios y no tendrían necesidad de continuar con su tarea de opinantes y predictores para su subsistencia.

Economistas opinólogos son los que abundan, solucionadores son los que escasean.

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