Por José Luis Milia.-

La mayoría del periodismo, más allá de su ignorancia y pedantería, no ha perdido su tendencia a promover con esmero el ridículo como base de los análisis políticos.

Mucha agua, o frases, han corrido bajo los puentes de las redacciones desde que a un cuasi adolescente se le ocurrió balear a Donald Trump. Las consecuencias de esto, más allá de las muertes de personas ajenas y el desastre que podría haber ocurrido en USA si Thomas Matthew Crooks hubiera apretado el gatillo un nanosegundo antes, fueron cataratas de análisis estúpidamente desopilantes fundamentalmente por parte de la izquierda “woke”. Quizás el mejor de todos, por su carácter grotesco fue el que llevó adelante en el programa La Base del canal tv red.es su columnista estrella, Pablo Iglesias.

Convengamos en algo: matar presidentes en USA, llevan cuatro, es una entrada segura a un tenebroso hall of fame; en cambio, eliminar candidatos es casi un cursus honorum a seguir en la política del país; creo que se ha perdido la cuenta de cuántos sheriffs, fiscales, jueces, congresistas, senadores y gobernadores fueron enviados al socavón eterno desde 1776; y así, más allá de que hay gente que sólo ve las virtudes de USA, creo que no exageramos si lo calificamos como al país más civilmente violento del planeta.

Esto, que no es novedad, da lugar a que una panda de gallegos “woke” -la zurdería del canal tv.red.es- hagan sesudos análisis sobre la violencia americana, análisis que terminan estableciendo, finalmente, que el que recibió el tiro en la oreja es el único culpable de la cirugía estética que un plomo de 5,56 mm le hizo en esa parte de su anatomía. En realidad, es la víctima la culpable y no la Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos de América de 1791. Es culpable, también la víctima, de que un fulano se suba a un techo con un AR-15 y haga puntería sobre un quía que es -y esto es para los “woke” es una definición ex cathedra- machista, homófobo, racista, violento y que, por el misterio de una reencarnación transmigratoria, lleva en sus genes la maldad de John Wilkes Booth.

Dicho esto, y sin desmerecer las pelotudeces gallegas sobre el asalto al capitolio, que fueron verdad, seguimos en el barullo de creer que USA es, solamente, la Ivy League, La intelligentzia “liberal” de New York, Chicago, Washington y la costa oeste hippie y librepensadora que ahora se ha transmutado en antisemita.

No, gaitas “woke”, la verdad de USA es el medio oeste, la National Rifle Association los mineros del carbón de Virginia Occidental, el Corn Belt, los exiliados cubanos ya asimilados al american way of life y, lo que más les duele, que la adhesión hispana al partido republicano ha crecido un 29,4% en los últimos cuatro años (1).

Es probable que Trump sea un matón de barrio, pero de su barrio, por otra parte, siendo un conservador, lo que lo hace más odioso al “progresismo”, es el único presidente de USA que en los últimos veinticinco años no inició una invasión a un país soberano, que en pandemia fue lo suficientemente realista como para dar una lucha contra el virus sin que estas medidas afectaran de manera ruinosa la economía y, más aún, su plan de retiro de Afganistán estaba muy bien diseñado y estudiado, hasta que llegó el estúpido y los cambió por una retirada que dejó en manos de los talibanes a miles de afganos que creyeron en USA.

(1). – En los 17 distritos congresionales más latinos de California se notó un pronunciado giro a la derecha desde las presidenciales de 2020.

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