Por Alberto Buela.-

Es una constante que el pensamiento político se manifiesta con mayor vigor y profundidad cuando se producen hechos políticos de significación.

En Nuestra América, con la guerra hispano-norteamericana de 1898, tuvo lugar el despertar de la consciencia hispano-criolla, de la existencia del imperialismo norteamericano y los zafarranchos que éste podría realizar.

Así Rodó, representando Uruguay, Ugarte para Argentina, Zaldumbide por Ecuador o Vargas Vila para Colombia, entre otros, comenzaron la pregunta sobre nosotros y los otros americanos.

Medio siglo después ocurrió “el bogotazo”, que se llevó la vida de Eleicier Gaitán en 1948, que partió a Colombia en dos hasta ahora mismo, y en el 52 se abortó el triunfo de Paz Estensoro en Bolivia por los yanquis, hecho que denunció José Luis Torres en Nos acechan desde Bolivia (1953). En el 55 cayó Perón por un golpe de Estado y se resquebraja Argentina. En el 59 la revolución cubana.

Surgen pensadores como Corsi Otálora y Carlos Arturo Torres, con Idola Fori para Colombia, Carlos Montenegro y Augusto Céspedes para Bolivia. En Argentina, Aberardo Ramos, el mencionado José Luis Torres, Doll y tantos otros. En Cuba, Alejo Carpentier y Fernández Retamar.

En una palabra, los hechos políticos significativos terminan produciendo nuevo pensamiento.

Hace unos días se produjo un “caracazo”. El gobierno del dictador Maduro perdió las elecciones, según el cómputo de las actas de elección, pero a pesar de ello se hizo nombrar ganador. Estalló la bronca del pueblo venezolano, aun cuando hay ocho millones que escaparon de Venezuela, y coparon las calles de Caracas reclamando la entrega del poder.

Las embajadas de unos diez Estados sur-centro-americanos fueron cerradas por expulsión. Ya hay 16 muertos en las calles y 700 dirigentes presos. Reclama la OEA, y la mar en coche pero el poncho no aparece.

Sin embargo, hay tres grandes Estados para los cuales la elección fue normal, ganó Maduro: Brasil, Colombia y México.

¿Cómo se explica semejante diferencia de criterios para juzgar un hecho puntual y un gobierno preciso?

Por intereses político-económicos de estos tres Estados, que tienen en Venezuela grandísimos intereses económicos. Brasil, como el “gran chupa sangre de los pueblos de América del Sur. Colombia, como el nuevo exportador del marxismo en la región, con su presidente Petro, ex Farc, a la cabeza, y México, ¡pobre México!, como el mascarón de proa del progresismo político hispanoamericano.

La falsa dicotomía es: si Estado Unidos reconoce el triunfo de la oposición, todos nosotros, los hispano americanos, debemos estar a favor de Maduro; de lo contrario, seremos unos gorilas, escuálidos o proyanquis.

La verdadera dicotomía es: a un dictador que pierde por afano una elección hay que sacarlo como sea y con el apoyo de quien sea. Después se verá.

En orden al pensamiento, este hecho significativo para Nuestra América seguramente producirá si “nos damos cuenta” y tomamos conciencia de la gravedad que ello importa, que la izquierda, llámese marxismo, progresismo o socialdemocracia, no va más. Es una naranja exprimida que no da más jugo.

Tenemos que intentar pensar la realidad política de nuestros pueblos con otras categorías. Tenemos que buscar un nuevo régimen de representación política. Tenemos que terminar con el Estado de partidos y crear partidos políticos desde la comunidad. Tenemos que ir a un constitucionalismo de comunidad. En definitiva, tenemos que volver a respetar la voluntad de nuestros pueblos como la fuente originaria y legítima del “poder nacional”.

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