Por Luis Alejandro Rizzi.-

El miedo tiene que ver con lo desconocido, incluso defender nuestra cultura, en eso no creo que haya diferencias en los casi nueve mil millones de habitantes del mundo.

Sigo pensando que la “pandemia” fue una tremenda experiencia humana cuyo primer dato es que de hecho paralizó a gran parte del mundo y en especial, a nosotros los argentinos, pero “sólo” murió el 0,08% de la población mundial.

En la Pandemia de la gripe española en 1918, se afectaron 500 millones de personas, sobre una población de mil quinientos millones y murieron 50 millones, el 3,5% de la población.

Tuvimos un aislamiento y parálisis “eterna” en la Argentina, y paradojalmente ese lapso, quizás hasta la “fiestita” de Olivos, fue el mejor momento ‘Alberto Fernández’, su «mérito» fue “paralizarnos”. Dicho con otras palabras, “no hacer nada”.

Además, el aislamiento le sirvió para demostrar su incapacidad y su mala fe, ya que demoró la cuestión de las vacunas, cuando tuvo a mano las de Pfizer, una de cuya experiencia de campo se hizo precisamente en la ciudad de Buenos Aires, el Hospital Militar.

Allí los argentinos nos mostramos con nuestros dos peores vicios, el culto al “énfasis” y el desprecio por “las cosas de la realidad”. Vicios que nos señaló Ortega el 28 de diciembre de 1928 en una de sus notas que se publicaban en el diario “La Nación” y no en una conferencia de 1939, como señaló Carlos Pagni en “ODISEA”, quizás en ese momento lo pudo haber repetido.

Nunca sabremos si los más de 120 mil muertos fueron responsabilidad no sólo de Alberto Fernández, condicionado por Cristina, sino de ese grupo enfermo de “énfasis ideológico” que llegó a ver a las cataratas del Iguazú en el centro de Wall Street y los glaciares en los arcanos laberintos del pentágono, como última reserva de agua para mantener un supuesto diabólico poder imperial. Esto nos debería avergonzar por años, hubo argentinos que así lo creyeron…

En verdad ésa sería nuestra “casta”, ese grupo de gente que cree que el “énfasis” es performativo y los consensos se buscan sobre las “miserabilidades” de la política.

No sólo es el “miedo”; también fue “cobardía social”; nos faltó ánimo y valor para, en un momento complicado, saber hacer uso de la crítica y explicar que ninguna parálisis soluciona problema ni cuestiones, los potencia.

La “casta” que debemos desarmar con Milei, que es transversal a la sociedad, es esa “casta” que comprende a políticos, empresarios, gremialistas, curas, los llamados “dirigentes sociales”, periodistas, intelectuales de prostíbulos, e influyentes que han convertido al “abuso” en uso normal en las relaciones político-sociales.

Esa “casta” que hace de la obsecuencia virtud y de la corrupción mérito.

Ese “trabajo o tarea” no se hace agraviando ni mostrando enojo, que más de una vez es síntoma de “impotencia”, y para la impotencia cultural, no hay viagra que ayude.

Sin embargo, esa “casta” existe y tiene poder, no será fácil reconvertirla, deberemos soportar conflictos, por otra parte, lógicos, nadie quiere perder sus “abusos”, lo que es comprensible, por la sencilla razón que los naturalizamos.

En una nota anterior de esta saga “de las fronteras de la vida” ponderaba a la vejez, y quizás esa sea la “misión” de lo que somos “viejos”.

https://www.linkedin.com/pulse/las-fronteras-de-la-vida-vejez-luis-alejandro-rizzi-cn6xf/?trackingId=1jvgvqfK6ZWaLJLl08Oq2A%3D%3D

No tenemos apuro, nos sobra experiencia y “sabiduría humana” hasta para entender las peores miserias del ser humano, en una palabra, podemos ser “los útiles” de la hora que nos toca vivir.

En la próxima hablaremos del miedo en la política internacional, con la decisión, para mí trascendental, de que Ucrania pueda usar armas “occidentales” para atacar objetivos rusos; el miedo empezará a condicionar a Putin y a Xi Jinping.

Podría ser la carta de triunfo de Joe Biden el 5 de noviembre próximo, se elegirá entre el miedo de defender una forma de vida o la cobardía del asilamiento que propone Trump, más allá de sus eventuales condenas.

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