Por Hernán Martínez.-

El resultado de un Estado cada vez más grande tuvo, como necesidad para su sostén, la creación e incremento nominal en forma indiscriminada de los impuestos, respondiendo a un Estado con cada vez más empleados en posiciones cuasi inservibles, funciones segmentadas para que cada vez más estatales tengan menos responsabilidades y por supuesto mismos sueldos de privilegio, y ni hablar de la LCT que los protege como en un reino.

Hemos tenido que pagar este desequilibrio e inequidad durante años, donde nunca alcanza lo que se recauda, siendo víctimas y objeto de tal voracidad. Es hora de la reducción drástica de ambas cosas, desde la reducción del Estado y sus reparticiones hasta los empleados repetidos, triplicados o cuadriplicados para la misma función, debiendo cada administrador de las provincias, municipios, organismos estatales dar cuenta en forma responsable de esta nueva realidad y reducción.

Impuestos a combustibles, IVA, bienes, automóviles, herramientas de trabajo, equipamiento para la producción, retenciones al agro, importación de insumos para la producción, cargas a la exportación, y cientos más, se reduzcan y/o eliminen los que se crearon producto de la genialidad de algún funcionario inútil.

Tendríamos los beneficios de que todo costara lo que debe costar sin la intermediación del Estado con sus cargas y cargos que han generado serios daños a toda la escala social, por supuesto sufriendo los que producen y los que menos tienen.

Sociedad madura, Estado moderno.

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