Por Hernán Andrés Kruse.-

Patricia Bullrich y Mariano Cúneo Libarona presentaron el 10 de julio en el Salón Héroes de Malvinas en Casa Rosada el proyecto de Ley de Juicio en Ausencia, cuyo objetivo es juzgar a los libaneses e iraníes que se encuentran prófugos en la causa por el feroz atentado a la AMIA el 18 de julio de 1994. Dijo el ministro de Justicia de la Nación: “Hace 30 años los iraníes volaron la AMIA. No pueden ir presos porque están prófugos y escondidos, pero ello no significa que no se pueda hacer nada. Esta ley nos va a permitir juzgarlos igual. Vamos a hacer el juicio y con todas las pruebas podremos mandar una orden de captura internacional”. “Si el imputado no comparece o se fuga, seguirá el juicio sin su presencia con una defensa bien resguardada”. “Se debe terminar con esa costumbre de los juicios en los cajones y archivos”. “El sufrimiento de las víctimas y de la sociedad lo demandan y es nuestra responsabilidad”. Por su parte, la ministra de Seguridad manifestó: “Esta es una respuesta del presidente Javier Milei a la sociedad argentina que todos los días siente que hay impunidad”. Está convencido de que con este nuevo mecanismo procesal el gobierno dará “un paso importantísimo en la igualdad de toda víctima frente a la Justicia” (fuente: Eduardo Menegazzi: “El gobierno presentó la ley de juicio en ausencia”, Infobae, 10/7/024).

Horas antes de cumplirse el trigésimo aniversario de la voladura de la AMIA, el Theran Times, órgano oficial de los Guardianes de la Revolución, publicó un artículo titulado “Caso AMIA en vísperas de su trigésimo aniversario”, en el que reitera la postura de la teocracia iraní sobre aquel feroz hecho que dejó un tendal de muertos y heridos. Luego de calificar de “infundadas” las acusaciones argentinas acerca de un involucramiento del país persa en el atentado, el editorial finaliza, en tono amenazante, de esta manera: “Sin duda, Teherán no olvidará la política antiiraní de Buenos Aires. Pero Irán ha demostrado que no se apura a jugar en el tablero del enemigo, sino que, en el momento y la posición adecuados, impondrá su propio juego al enemigo y le hará lamentar su enemistad con Irán” (fuente: Infobae, 17/7/024).

Paralelamente, el presidente de la nación participaba del Congreso Judío Mundial, un evento previo a los homenajes por el trigésimo aniversario del atentado a la AMIA. Dijo Milei: “Se cumplirán tres décadas en las que la política y la Justicia fueron, o bien cómplices de los encubridores del crimen, o bien actores impotentes que le dieron la espalda a la tragedia, mientras los responsables salían indemnes”. “El silencio y la inactividad no son una mera actitud pasiva, sino una elección activa, aunque a veces no se quiera aceptar”. “Nosotros hoy elegimos la palabra, no el silencio; elegimos alzar la voz, levantar los brazos. En definitiva, elegimos la vida, porque no le hacemos el juego a la muerte. Estamos impulsando una ley para extender el juicio en ausencia a delitos de extrema gravedad, entre los que se encuentra el financiamiento del terrorismo, lo cual permitirá juzgar a los líderes del régimen iraní involucrados en el atentado. Aunque quizás nunca cumplan la sentencia, no podrán escaparse de la condena eterna de una corte libre que demuestre su culpabilidad ante el mundo entero” (fuente: Federico Galligani: “Javier Milei volvió a responsabilizar a Irán por el atentado a la AMIA”, Infobae, 17/7/024).

Le asiste toda la razón del mundo al presidente cuando señaló que durante tres décadas tanto la casta política como la casta judicial fueron o bien cómplices de los terroristas, o bien actores que lisa y llanamente se lavaron las manos, emulando a Poncio Pilatos. Ahora bien, ante semejante afirmación cabe formular la siguiente pregunta: ¿cuándo se produjo el atentado a la AMIA? Todo el mundo lo sabe: el 18 de julio de 1994. Cabe formular ahora otra pregunta: ¿quién era el presidente de Argentina en aquel trágico día? También todo el mundo lo sabe: Carlos Saúl Menem. Ello significa que para Javier Milei, el ex presidente Carlos Menem, o bien fue cómplice de los terroristas, o bien se lavó las manos. Entonces, cabe formular un tercer interrogante: ¿por qué el presidente de la nación ha afirmado hasta el cansancio que Carlos Menem fue el mejor presidente de la historia cuando está convencido, a tenor de sus palabras pronunciadas en el Congreso Judío Mundial, fue cómplice de los terroristas o emuló a Poncio Pilatos? Hubiera sido reconfortante que periodistas muy cercanos al presidente le hubieran formulado esa pregunta crucial en estos momentos de rememoración de aquella trágica jornada del 18 de julio de 1994.

Buceando en Google me encontré con un ensayo de Paulo Botta (UNLP) titulado “Argentina e Irán entre 1989 y 1999 Entre las sombras de los atentados terroristas y el cambio de política exterior argentina” (Revista Iberoamericana de filosofía, Política y humanidades-2012). Invito al lector a que, luego de haberlo leído, saque sus propias conclusiones.

LAS RELACIONES BILATERALES DURANTE LA PRIMERA PRESIDENCIA DE CARLOS MENEM (1989-1995)

“El tema más importante de la agenda argentino-iraní cuando Carlos Menem asumió el poder en 1989 era la renegociaciación de los dos contratos nucleares firmados en 1988. Las reuniones para este fin se extendieron a lo largo de todo 1989 y parte de 1990, siendo un tema muy sensible desde el punto de vista político y tecnológico. Alfredo Karim Yoma, cuñado del presidente Menem y Secretario de Asuntos Especiales del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto visitó Irán entre el 17 y el 21 de Febrero de 1990 junto con miembros de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) y otras empresas argentinas luego de una invitación que le realizara el gobierno iraní. En el viaje se firmaron dos documentos: un “Acuerdo Comercial” y un “Memorándum de Entendimiento para el Desarrollo de Relaciones entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de Irán”.

A mediados de 1990, las relaciones bilaterales pasaban por un muy buen momento. De hecho entre el 17 y el 24 de Mayo de ese año visitó la Argentina Mir Hossein Moussavi, su visita tuvo por objeto concluir con los últimos detalles de las negociaciones para reactivar y volver a firmar los acuerdos de 1988. Pocos días después de esa visita, el 4 de Junio de 1990 se firmó el Acuerdo Nuclear argentinoiraní de carácter confidencial. Además de las garantías de que la tecnología argentina no se utilizaría con fines militares se resolvía el principal problema que se había planteado en 1988 que era de carácter económico.

El 2 de Agosto de 1990 se produjo la invasión iraquí a Kuwait lo que generó una condena internacional y el encargo por parte de Naciones Unidas a los Estados Unidos de América de la conformación de una coalición militar internacional ad hoc para liberar el territorio kuwaití. El 16 de Septiembre de 1990 el presidente Menem decidió incorporar a fuerzas navales argentinas en la operación internacional para liberar Kuwait y autorizó el envío de dos corbetas misilísticas al Golfo Pérsico para participar de la coalición militar internacional. Este fue uno de los primeros hechos donde podemos ver las características de la política exterior menemista, centrada fundamentalmente en una alineación con la política exterior de los Estados Unidos, lo que se conoció en Argentina como “Relaciones Carnales”.

Las decisiones que meses más adelante se tomaron con respecto a Irán fueron el resultado del nuevo paradigma de inserción internacional implementado. Este acercamiento a las políticas y prioridades del gobierno de Washington no era gratuito y poco a poco comenzaron a aparecer demandas para que se dejaran de lado decisiones que el anterior gobierno argentino había tomado y que entrañaban, de acuerdo a los Estados Unidos, algún grado de peligrosidad para la seguridad internacional. En esa época la no proliferación nuclear y misilística constituían los principales tema de la agenda de seguridad y los gobiernos argentinos anteriores habían generado iniciativas en estos campos con socios considerados como poco confiables por el gobierno norteamericano: el desarrollo de un proyecto misilístico con colaboración de Egipto e Irak y la colaboración en el ámbito nuclear con Irán.

Otro de los hitos en la política exterior argentina de ese período fue el viaje oficial del presidente Carlos Menem a Israel el 8 de Octubre de 1991 en los momentos que comenzaba en Madrid el proceso de Paz Árabe-Israelí. Fue el primer presidente argentino en ejercicio que realizó una visita a ese país, algo que sumado a sus orígenes sirios generó gran oposición en la colectividad árabe argentina. En esos momentos las voces opositoras argumentaban que siendo el primer viaje oficial del presidente a Medio Oriente debería de haber sido Siria el destino central y no Israel.

A principios de Diciembre de 1991, el Vice Ministro de Relaciones Exteriores Juan Carlos Olima autorizó verbalmente a la CNEA, la realización del primer embarque de máquinas, herramientas y tuberías destinado a una planta piloto para la purificación de óxido de uranio y fabricación de combustibles. Sin embargo, y siguiendo órdenes del Poder Ejecutivo, el 11 de Diciembre Olima instruyó por escrito a la CNEA para que suspendiera el envío de ese material a Irán. En un primer momento se informó a las autoridades iraníes que el embarque sufriría una demora y que se realizaría el 25 del mismo mes. Hacia finales del mes de Enero de 1992 la noticia tomó estado público y el 10 de febrero de 1992, el gobierno iraní convocó al embajador argentino en Teherán, Norberto Auge, para protestar verbalmente porque la Argentina calificaba a Irán como “país no confiable”.

En estas primeras semanas luego de la suspensión de los contratos, se perfiló cual iba a ser la estrategia iraní al respecto: Irán intentó vincular las relaciones comerciales con Argentina al cumplimiento de estos dos contratos, es decir, se prometían mayores compras si el gobierno de Buenos Aires cumplía con su parte. Resulta claro que no existió una buena lectura desde Teherán de las prioridades del gobierno de Carlos Menem en materia de Política Exterior ya que si el establecimiento de relaciones estrechas con Washington implicaba costes políticos o económicos, estos debían pagarse.

Para Buenos Aires era más importante Washington que Teherán porque ya no había lugar para una “solidaridad tercermundista” sino que Argentina manifestaba su clara voluntad de ingresar al “Primer Mundo” tal como lo sugería el discurso del gobierno en esos años. El 2 de Marzo de 1992 Menem ordenó a la empresa argentina INVAP que cancelara el envío de equipos y materiales a Irán basándose en dudas acerca de garantías plenas sobre el uso pacífico. Según lo registraron los medios de prensa de Argentina, “el gobierno norteamericano sostuvo que ese costo era un efecto “lamentable pero necesario” cuando los gobiernos buscan un mundo más seguro en el que “quede reducido el peligro de una difusión de armas atómicas”. Los cables de la embajada argentina en Teherán indican que a Irán le molestaba fundamentalmente que se hubiera hecho pública la suspensión de los envíos, seguramente un intento de sobreactuación del gobierno argentino frente a los Estados Unidos para dejar en claro la nueva política de Buenos Aires”.

EL ATENTADO A LA EMBAJADA DE ISRAEL

“El día 17 de Marzo de 1992 se produjo una explosión en la Embajada de Israel en Buenos Aires, el ataque más importante contra una sede diplomática israelí en la historia del Estado de Israel. Hubo 22 muertos y casi 300 heridos. Aunque en un primer momento el presidente Menem culpó a “nazis argentinos” y sectores militares de extrema derecha dentro del Ejército Argentino (conocidos como los “carapintadas”), luego se señaló que los responsables del atentado debían buscarse en la región de Medio Oriente entre los opositores al proceso de paz entre árabes e israelíes iniciado el 31 de Octubre de 1991 en Madrid. A pesar de que oficialmente el caso aún está abierto, en la práctica el caso se cerró mediante las resoluciones del 10 de Mayo de 1999, del 2 de Septiembre de 1999 y del 23 de Diciembre de 1999. Desde entonces no se ha producido ninguna novedad importante sobre esta investigación.

En esas resoluciones la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) consideró que había en la causa elementos suficientes como para afirmar que el atentado fue organizado y llevado a cabo por el grupo terrorista denominado “Jihad Islámica”, considerado como un nombre utilizado por algún sector del grupo Hezbollah. En cuanto a los autores intelectuales, hay tres posibilidades a considerar dependiendo de las motivaciones que podamos establecer para la realización del atentado y que tienen relación directa con nuestro objeto de estudio:

La primera de ellas se relaciona con la explicación de que el atentado fue realizado como respuesta por el asesinato del Secretario General de Hezbollah, Abbas Musawi, el 17 de Febrero de 1992. Por lo tanto Hezbollah sería a la vez el autor material e intelectual del atentado. En segundo lugar, si consideramos que el atentado se realizó en Argentina (aunque el objetivo haya sido israelí) como consecuencia de la decisión del gobierno argentino de suspender el cumplimiento de los contratos referidos al traspaso de tecnología nuclear con Irán en Diciembre de 1991, entonces Hezbollah sería el autor material a instancias de la República Islámica de Irán que debería asumir la responsabilidad de la autoría intelectual. Una tercera posibilidad es considerar las dos causas anteriores (muerte de Musawi y no cumplimiento de los contratos nucleares) como causas concurrentes, de manera que el grupo terrorista libanés haya actuado tanto por motivaciones propias como siguiendo órdenes de Teherán.

La relación ideológica así como logística entre Hezbollah y el gobierno iraní es dato público que no escapa a nadie. Aún cuando la relación se ha mantenido durante estos treinta años resulta muy aventurado afirmar que Hezbollah es un apéndice iraní. El 5 de Mayo de 1992 Menem realizó una segunda gira por Medio Oriente, en esta ocasión visitó Arabia Saudita, Kuwait, Turquía y Egipto. Aunque el gobierno argentino propuso visitar Siria, el gobierno de Damasco se opuso a ello. Las relaciones aún estaban muy tensas luego de la visita de Menem a Israel en Octubre de 1991. Según Walter Goobar, durante la segunda semana de Mayo de 1992 funcionarios argentinos e iraníes se reunieron en Europa para tratar de encontrar una solución al no cumplimiento de los contratos por parte de Argentina.

De esas reuniones “sólo salieron “acuerdos verbales”: toda nueva operación debería ser aprobada por la AIEA y Argentina compensaría económicamente a Irán, aumentando en un 80 por ciento las exportaciones cereales y principalmente las de armas convencionales. Esto aún si demuestra que en el mes de Mayo aún Irán mantenía las esperanzas de lograr que el gobierno argentino cambiara su actitud, no es totalmente correcto, ya que como hemos señalado en páginas anteriores Irán había dado las seguridades de uso pacífico de la tecnología nuclear argentina a través del organismo con sede en Viena. Además, atentar contra la seguridad argentina, aunque fuera una embajada extranjera, no era la forma más lógica de influir positivamente al país ni de dar mayores garantías de seguridad con respecto al uso pacífico de la tecnología que se intentaba exportar desde Argentina.

La cancillería argentina comunicó a la CNEA la decisión de suspender definitivamente los contratos el 27 de Mayo de 1992. La resolución oficial de la cancillería argentina de suspender los dos contratos que INVAP había firmado con Irán se efectivizó el 11 de Junio de 1992. Detrás de esta decisión se ve la presión de los Estados Unidos de América hacia la Argentina para evitar la transferencia tecnológica a Irán. Por otra parte, en 1992 Argentina accedió a enviar armas a Bosnia, a través de Croacia, para los musulmanes que luchaban contra las fuerzas serbias como una forma de compensar a Irán. La investigación de Daniel Santoro señala que los embarques hacia ese destino tuvieron lugar a mediados de 1993. Estas exportaciones eran controladas y pagadas por intermediarios con conocimiento del gobierno de Teherán.

Con respecto a este punto creemos necesario aclarar dos cosas: En primer lugar según la investigación de Daniel Santoro, armas argentinas llegaron a Bosnia aunque no podría decirse que como forma de compensar al gobierno de Irán por el incumplimiento de los contratos nucleares. En segundo lugar, la administración Clinton tenía conocimiento de las actividades iraníes en cuanto al aprovisionamiento de armas al ejército de Bosnia y dejó que eso sucediera ya que en esos momentos contener a los serbo-bosnios y fortalecer a Croacia era parte esencial de su política en los Balcanes. De ahí que una colaboración con Irán, si se hubiera dado, no significaba un cambio en la política pronorteamericana de la Argentina sino continuar con el rumbo señalado por el gobierno de Menem en cuanto a política exterior.

En Febrero de 1993, Mohammad Sadegh Ayatollahi, representante iraní ente la AIEA se reunió con el embajador argentino en Viena donde le comunicó que “dicha operación no constituía en modo alguno una transferencia de tecnología sensible, y que esperaban encontrar una solución y renegociar los elementos del contrato”. Cuando resultó claro que Argentina no cumpliría sus contratos, Irán comenzó a exigir una compensación económica de 100 millones de dólares por este incumplimiento puesto que según su punto de vista ellos habían dado las garantías suficientes de que la tecnología argentina sería utilizada con fines estrictamente pacíficos y que la decisión de suspender los envíos era una decisión de carácter político del gobierno argentino. Hubo varias reuniones más sobre este tema en Teherán y en Viena hasta finales de 1995”.

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