Por Luis Américo Illuminati.-

«Si quieren que de este mundo
Lleve una memoria grata,
Llevaré, padre profundo
Tu cabellera de plata». (José Martí)

«Cantos contra el gobierno de Javier Milei durante una misa en una iglesia porteña: «La Patria no se vende». Ocurrió en una iglesia del barrio de San Cristóbal, durante una ceremonia por la muerte de Nora Cortiñas y el hijo de Adolfo Pérez Esquivel. El video se volvió viral y generó distintas reacciones en las redes sociales. Con el cántico “No se vende, la Patria no se vende» contra el Gobierno de Javier Milei, la celebración de una misa en la Iglesia de la Santa Cruz, en el barrio porteño de San Cristóbal, se hizo rápidamente viral en las redes sociales y causó todo tipo de comentarios, tanto a favor como en contra. En el video se puede observar como el sacerdote levanta el vino y el pan y las personas presentes comienzan a corear la canción que suele entonarse en movilizaciones políticas, principalmente en las que son convocadas por el peronismo y la izquierda, que actualmente se expresan en reclamo a la Administración libertaria. Al mismo tiempo, se ve a algunos asistentes del cura aplaudiendo» (Perfil).

El arzobispo de Buenos Aires criticó los cánticos partidarios en las iglesias católicas: “La misa es sagrada”, dijo. La Iglesia tomó distancia de los cánticos partidarios en los templos católicos viralizados a través de las redes sociales y criticó la labor de los sacerdotes. Pero ¿cómo es la cosa, acaso García Cuerva no tiene poder de disciplina, no es el arzobispo de Buenos Aires, el Cardenal Primado de la Argentina o es un Cura sin autoridad? No hace mucho tiempo la Catedral Metropolitana de Buenos Aires fue usada como un comedero. Todo tiene un límite. Una cosa es la ecuanimidad de los eclesiásticos superiores con las equivocaciones y yerros humanos sin intencionalidad de los sacerdotes subordinados y, otra cosa muy diferente es la inacción de los primeros o la lenidad en sancionar las faltas graves de los segundos.

Al Padre Leonardo Castellani (1899-1981), jesuita santafesino, escritor, ensayista, poeta y teólogo, durante 20 años la jerarquía eclesiástica lo persiguió, lo suspendió, lo prohibió, casi termina como el monje Giordano Bruno por denunciar imposturas y desviaciones en el seno de la Iglesia. Otra duda. ¿Y el Papa, no ve, no oye no actúa? En los templos de otras religiones estas tropelías, propias de las jaurías y piaras, nunca sucederían. Cuando Jesús vio como profanaban la Casa de su Padre en Jerusalén no se anduvo con vueltas: los sacó a latigazos a los Mercaderes del Templo. En ese punto no transó ni usó ninguna cortesía ni diplomacia, la parte humana de Jesús reaccionó con justa indignación, no cruzó ni una palabra con la gentuza que había agarrado de feria franca la Casa de Dios. Así habría actuado el Padre Castellani en una situación similar o Monseñor Héctor Aguer -a quien el zurdaje lo llamaba misógino y homofóbico por estar en contra del aborto y del matrimonio igualitario- sin ningún género de dudas hubieran tomado drásticas medidas: vías de hecho como Cristo con los Mercaderes. La excesiva tolerancia y desidia de algunos arzobispos y obispos con la indisciplina de muchos curas resulta sospechosa de progresismo, movimiento de vieja data dentro de la Iglesia, condenado en muchas oportunidades a través de Encíclicas papales anteriores al Concilio Vaticano II que introdujo un controvertido sincretismo que exigían los espíritus exaltados imbuidos de una corriente reformista acusada de connivencia con el marxismo.

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