Por Hernán Andrés Kruse.-

INSULTOS GESTUALES. LA CONTINUACIÓN DE LA POLÍTICA POR OTROS MEDIOS. GUERRA LÍQUIDA

“Carl von Clausewitz definió a la guerra como la continuación de la política por otros medios. Suprema consagración de la violencia como instrumento para decidir conflictos, también ha sido un terreno adecuado para el empleo de insultos. En la guerra el insulto puede ser una forma de manifestar el enojo, incluso contra los aliados, como ocurrió en la primera guerra recordada por la literatura de Occidente (…).

Recuerda el historiador norteamericano John Toland que Winston Churchill, sabiendo que sus soldados habían entrado en territorio enemigo y con el ansía contenida durante cinco años, voló desde Londres y, en la zona del frente, se reunió con el General norteamericano William Simpson. “Cuando la comitiva –prosigue Toland– se aproximaba a un puente erigido sobre una pequeña cañada. Simpson hizo notar: —Mister Churchill, la frontera entre Holanda y Alemania corre bajo ese puente que está ante nosotros. —Dígale a su ayudante que pare y bajemos —dijo Churchill. El primer ministro cruzó andando el puente, y descendió por la orilla hasta una larga fila de “dientes de dragón”, una de las defensas germanas contra los carros de asalto. Allí esperó que se le uniesen Montgomery, Brooke, Simpson y otros generales más. Desde el puente una multitud de periodistas y fotógrafos observaban interesados la escena. Churchill manifestó sonoramente: —Caballeros, me gustaría que me acompañasen. Orinemos todos sobre el Gran Muro Occidental de Alemania. Brooke se hallaba junto al primer ministro, y pudo advertir ‘el gesto infantil de intensa satisfacción que apareció en su rostro cuando miró hacia abajo, en el momento crítico’”.

El ejemplo, bueno o malo, viene desde arriba y, dos semanas después, el Comandante del Tercer Ejército norteamericano, George Patton, desde un pontón, repitió el gesto de Churchill, en las aguas del Rhin, el sagrado río de la Tetralogía Wagneriana. Ambos, Churchill y Patton, nunca pudieron haber sospechado que, con su gesto demarcatorio –arcaico, bestial y urológico, a la vez–, ratificaron lo que sostiene la filósofa francesa Corinne Pelluchon, para quien los derechos no son solamente para los humanos, sino que no hay motivos fundados para excluir de su goce a los animales. Como ha sido el caso de “Sandra”, la orangutana beneficiaria del habeas corpus, ratificado por el más alto tribunal de país con competencia penal. El líder inglés y el general norteamericano mostraron también que el insulto en la política, no es solamente verbal y puede expresarse con gestos”.

OTROS PRIMATES, OTROS FLUIDOS Y UN SOBRESEIMIENTO

“Todo tiene que ver con todo”, a veces se suele escuchar, y, si estábamos hablando de simios e insultos gestuales, también en el año 1945, las señoras Moreno de Zuberbuhler, Quirno Costa de Pampín y Achával de Santamarina, pregorilas, escupieron en el acceso del edificio de la calle Posadas, donde vivía el vicepresidente de facto, Juan Domingo Perón. Fueron sobreseídas en la causa penal que se les promovió por desacato”.

LAS QUEMAS SIMBÓLICAS

“También el día del Pronunciamiento de Urquiza en la plaza principal de Concepción del Uruguay se quemó un Judas vestido de mariscal y cargado de cohetes que personificaba a Rosas. Este episodio hace recordar al ataúd con los colores y la sigla de la Unión Cívica Radical que, en el cierre de campaña del Partido Justicialista, el 28 de octubre de 1983 fue quemado por Herminio Iglesias, provocando una inmediata y adversa definición electoral. No se sabe con precisión si el creador del “conmigo o sin migo”, conocía el antecedente de Urquiza, aunque todo lleva a suponer que lo ignoraba”.

LAS PLAZAS PERONISTAS

“La única Plaza de Mayo peronista espontánea fue la del 17 de octubre de 1945, cuando aún se discutía el poder de Perón. La evocaron las siguientes. Pero todas ellas fueron organizadas con mucha premeditación. Cuidando los menores detalles, entre ellos, la forzada asistencia de empleados públicos, o el despliegue de banderas destacando su procedencia, a fin de dejar claro el cumplimiento del compromiso de asistir, lo que aseguraría la reciprocidad del poder a la hora de atender pedidos. El tiempo de espera hasta la llegada del líder, su discurso en el que, sin descuidar el cariño a los descamisados, no faltaban referencias a la oligarquía, siempre acechante por medio de infiltrados, traidores y vende patrias. El programa concluía con el anuncio del nuevo feriado, el San Perón. Todo era fervor, regocijo, ánimo festivo, pero sólo para los peronistas. El maltrato y la exclusión contribuyeron a sacar lo peor de los antiperonistas, que alguna vez intentaron aguar la fiesta con bombas.

Nunca segundas partes fueron buenas. Las fiestas ya no fueron iguales en el período de gobiernos peronistas comprendido entre los años 1973 y 1976. Entre las cosas que habían cambiado estaban los aguafiestas, que ahora eran peronistas. Como demostró el intercambio de balas de Ezeiza, era la interna la que sacaba lo peor de ellos. En la tarde del 1° de mayo de 1974, ocurrió lo que nunca había sucedido en una plaza peronista. Si un hito marcaba la división entre quienes lucharon para traer el gobierno que teníamos, fue el asesinato de José Rucci en septiembre de 1973, pocos días después de que Perón fuera elegido Presidente por tercera vez. Desde entonces las cosas fueron complicándose y volviéndose más violentas. La consigna para la “Fiesta del Trabajo” de 1974, era que el pueblo peronista expresase al líder su agradecimiento coreando: ¡¡¡Conformes, General!!!

En la plaza dividida, Perón escuchó otras cosas. La rebeldía frustrada en su intento de copar al popular movimiento, comenzó su alegoría con la siguiente autoflagelación: “Esto nos pasa por… (masculinos con grandes genitales, podría decir un discreto parte policial), por votar a una muerta (seguía el cántico en alusión a la segunda esposa del Líder), a una.. (mujer que ejerce el comercio sexual, refiriéndose al pasado centroamericano de la vicepresidenta y tercera esposa del Presidente) y un… (hombre engañado por su pareja, refiriéndose de esa manera al Presidente, que meses antes habían elegido)”. Antes de retirarse de la plaza –olvidando una vez más aquello de que “para un peronista no hay nada mejor que otro peronista”– insultaron a los compañeros que decidieron permanecer en la plaza, aplicándoles el sustantivo más agraviante a su alcance: gorilas.

Perón respondió a los insultos. A pesar de su indisimulable enojo, la experiencia le había enseñado, el 31 de agosto de 1955, que perder los estribos en la Plaza, no lleva a nada bueno. Moderó su respuesta tratando a sus agresores de “imberbes” y “estúpidos que gritan”. Posiblemente fue el episodio más duro del último año de su vida, que le ocasionó, en sus altos años, una herida, dos meses antes de que muriese, al fin, el 1° de julio de 1974. No obstante, hombre varias veces afortunado, en su última plaza, la del 12 de junio de 1974, por esas magias del populismo, superó los agravios y pudo llevar en sus oídos la más maravillosa música”.

EL BELLO Y “LA BETTY”

“En otros casos de insultos inútiles o bumerán se suman a las disculpas del mandatario agraviador, interpretaciones algo forzadas de su pensamiento que efectúan algunos exégetas, para nada desinteresados y a los que sus adversarios, de manera impropia, llaman alcahuetes, denigrándolos, con un vocablo que el castellano tomó del árabe. El poder real del agraviante tiene una relación directa con la cantidad, la espontaneidad, la oportunidad y la calidad de las interpretaciones que hacen estos exégetas de las palabras oficiales. Cuanto mayores y mejores sean estos rasgos, mayor es la cuota de poder del autor de la expresión desafortunada. Beatriz Rojkés de Alperovich, “la Betty”, para algunos de sus comprovincianos tucumanos. Cónyuge del Sr. Gobernador de la Provincia de Tucumán –varias veces reelegido– Su Excelencia, Don José Alperovich y, por ende, Primera Dama Provincial. Senadora Nacional por Tucumán, ex Vicepresidenta Provisional del Senado y tercera persona en la línea sucesoria de la Presidencia de la Nación”. Presidenta del Partido Justicialista de Tucumán y, por si estos títulos fueran insuficientes para recordar a la humorística “Costa Pobre”, Presidenta de la Concesionaria de Automóviles “León Alperovich S.A.”, naturalmente la más importante de la Provincia de Tucumán.

El “Jardín de la República”, como muchas otras provincias, además de pobreza endémica, padece inundaciones históricas. Tan históricas como las carencias de obras elementales destinadas a remediarlas o a atenuar sus efectos. En marzo de 2015 la concurrencia del caudal de aguas y el Mal Gobierno –cuya divisa, según la magistral alegoría que Ambrogio Lorenzetti, en el Siglo XIV, pintó en el Palazzo Público de Siena, está encabezada por la Avaricia, la Soberbia y la Vanidad– se ensañaron con los tucumanos. “La Betty”, para aparentar que se gobierna en lugar de gobernar, tal como enseñaba el astuto secretario florentino del Renacimiento, salió a recorrer algunas zonas inundadas. El 22 de marzo de 2015, encontrándose en “El Molino”, localidad inundada del sudoeste provincial, la emprendió con Cristian Bulacio que, por haberse quedado sin vivienda como consecuencia del fenómeno climático, cuestionaba el desinterés de las autoridades por adoptar soluciones efectivas. Al mejor estilo del tiranuelo personificado por Alberto Olmedo, “la Betty”, añadiendo un exabrupto más a un nutrido repertorio, le dijo: “Yo tengo 10 mansiones, no una, pero estoy acá. Yo podría estar ahora en mi mansión, pedazo de animal, vago de miércoles”.

Al día siguiente, después de que Rojkés intentara justificarse en una entrevista complaciente, difundida en una radio complaciente, desde donde menos podía esperarse, apareció el exégeta. Gustavo Díaz Fernández, titular de la delegación en Tucumán del INADI, posiblemente la persona que primero debía interesarse por la situación del insultado Bulacio, a tenor de lo establecido por el artículo 1° de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, el artículo 2° del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el artículo 1° de la ley 23.592 y 4° de la ley 24.515, de creación del INADI, hizo lo contrario de lo que podía esperarse de él. Como las expresiones de Rojkés eran indefendibles, respaldó a la personalidad comprometida de la ofensora. “Betty es así y eso nos gusta de ella. Que da la cara, dice lo que piensa y siente”, afirmó este sospechable pagador de favores. Desalentando toda expectativa de mejora, añadió que “nada cambiará a Betty en su forma de ser, en su compromiso y en su militancia”. “Y esto que tanto nos alegra a muchos, quizás sea lo que más les moleste a algunos”, concluyó el exégeta militante en un alarde de poseer estadísticas que demostrarían que son más los que gozan humillándose ante el poder, incluso cuando se lo ejerce con brutalidad”.

(*) Pablo Hirschmann: “El insulto y la política” (comunicación presentada en la sesión privada del Instituto de Política Constitucional (Academia de Ciencias Morales y Políticas), el 19 de agosto de 2015).

Share