Por Luis Américo Illuminati.-

El escenario armado dentro del recinto de la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, so pretexto de dar de comer a los necesitados constituye una sobreactuación, algo irreverente e impropio que desacraliza ese lugar sagrado, habida cuenta todas las casas vacías que tiene la Curia para tal fin. Se intentó representar algo parecido a la parábola que contó Jesús sobre el rey que invitó a comer a su casa a desconocidos a la boda de su hijo. Es más que obvio que los responsables no lo hicieron por los pobres, lo hicieron para fijar su posición política con el gobierno siendo que antes jamás abrieron la boca frente a las mismas necesidades. Que abismal diferencia con Jesús -fundador de la Iglesia- quien después de dar el Sermón de la Montaña realizó al aire libre y no en el templo sagrado de su Padre -la Casa de Dios- el milagro de la multiplicación de los peces y los panes para alimentar a la multitud congregada para escucharlo. Insólito, inaudito lo que se hizo en la Catedral Metropolitana, nunca visto. Es lo mismo que si la Basílica de San Pedro se la usara de comedor. Hay otros lugares apropiados para practicar la caridad con el prójimo. Cada cosa en su lugar, cardenal Cuerva. Llama la atención que tal preocupación no la tenía antes la Iglesia argentina frente a la asociación fraudulenta entre el kirchnerismo y las organizaciones sociales adictas para extorsionar a los pobres, a los que les imponían condiciones ignominiosas para recibir el odioso subsidio y los víveres. No era necesario semejante montaje.

Si viviera el Padre Leonardo Castellani (1899-1981), sacerdote jesuita -escritor, teólogo y periodista- le diría al señor arzobispo un par de cosas que ciertamente lo incomodarían como incomodó en su época a las máximas autoridades eclesiásticas con las cartas que les envió denunciando el movimiento modernista o progresismo (condenado por varios papas por su cercanía con el marxismo) que comenzó gestándose en los seminarios y luego en las parroquias hasta nuestros días. Por ello, el Padre Castellani fue perseguido, sancionado y calumniado por más de 20 años. Y ahora después de 40 años se ha vuelto a repetir la historia, pues parecería que en la Argentina cualquier prelado del New Age puede transgredir tradiciones y costumbres arraigadas sin que el Vaticano haga o diga algo. Solamente en caso de grandes catástrofes como guerras, terremotos o inundaciones se justificaría que una catedral o cualquier templo cumplieran la función de refugio y albergue de las víctimas.

Abona nuestra posición el revelador twitter del sacerdote -militante kirchnerista- Juan Carlos Molina -el mismo que Cristina Kirchner nombró en 2013 titular del Sedronar, el organismo de lucha contra la droga, una gestión que hizo que todo siguiera igual- que publicó la controvertida foto donde se ve gente sentada frente a una larga mesa tendida en la nave central de la Catedral, con la leyenda: «¿También lo van a marcar como comedor fantasma? Repartan la comida». El Arzobispado de Buenos Aires no encontró peor explicación para curarse en salud que salir a decir mediante un comunicado, que la mesa servida en la Catedral fue una comida de voluntarios de Caritas y no de indigentes. Y aunque así fuera -cosa que no creemos- lo mismo está mal. “Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto” (G.K. Chesterton).

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