Por Luis Américo Illuminati.-

«Así como toda carencia es desgracia, toda desgracia es carencia» (San Agustín).

Según datos de la Asociación Civil Missing Children, en la actualidad existen al menos 113 chicos y adolescentes menores de edad que están desaparecidos en la Argentina. Nunca volvieron a casa, nada se sabe de ellos y sus familias siguen sin respuestas hasta el día de hoy.

Cuando uno observa la fotografía de Loan sentado a la mesa, cuesta creer que esa escena se parezca a la de la Última Cena, donde Jesús sería traicionado por uno de los que estaba compartiendo la mesa. Todo el país está en vilo por la desaparición del niño Loan, la inocencia personificada. El clamor de la gente se resume en las siguientes palabras: «Quienes lo tengan, devuélvanlo por el amor de Dios. No se condenen como Judas, el entregador y el cruel Herodes», decía un cartel que portaba una madre anoche en la Plaza principal de Goya.

Pese a todo lo dicho y divulgado hasta ahora por la prensa, lo cierto es que en contra de las personas detenidas -quienes pueden ser culpables o inocentes- hasta ahora sólo hay indicios y presunciones. Y si no se reúnen en breve plazo pruebas concretas, la justicia tendrá que liberarlas. Entonces una vez más la verdad será burlada. ¿Quién es el culpable? Habida cuenta que el kirchnerismo mientras fue gobierno siempre tuvo mayoría en el Congreso, indudablemente la desidia, la inacción y omisión de los legisladores los hace de suyo culpables.

Y esto es así pues nunca sancionaron como delito la venta de niños ni se preocuparon jamás de aggiornar, mejorar ni adecuar el Código Penal a los signos de los tiempos, culpa o dolo compartido con el Estado kirchnerista, leviatán psicopático que dio más garantías a los presos que a las víctimas. La distopía gubernamental y la entropía social marcharon de la mano.

La lenidad fue el parámetro y regla de oro zaffaronista, es decir, la locura dictando su ley a la destreza, piedra de toque de las imposturas judiciales. Si la irrefrenable delincuencia acecha la vida de todos los ciudadanos adultos que hoy están en constante peligro, más todavía lo están los niños. Cuando la inseguridad es un flagelo permanente, entonces el Estado se asemeja a un barco que navega en la tormenta sin hélices ni velas ni botes salvavidas.

El caso Loan -un niño de tan sólo 5 años de edad- ha dejado al descubierto las tremendas falencias y carencias de un gobierno fallido que durante 20 años transformó el Estado en un gólem en contra del bien común, la paz y la concordia. Un estado manejado por una asociación ilícita. El crimen perfecto. De Menem a los Kirchner el poroso y permeable sistema judicial continuó intocable. Un sistema judicial que estuvo bajo la férula del gobierno y una policía mal entrenada y permanentemente vilipendiada por la izquierda, sector marginal siempre en contra del orden y a favor de la violencia.

Una voluntad de dominio delirante abandonó el control terrestre, fluvial y aéreo de las fronteras, de forma tal que el narcotráfico logró sentar reales durante el tiempo que gobernó el kirchnerismo, convirtiéndose la Argentina en cosa de todos y de nadie (res nullius).

Y achacarle la responsabilidad de semejante estado de cosas -lamentables- al nuevo gobierno de LLA, que hace sólo seis meses que gobierna, resulta a todas luces ruin y canallesco. En contra de este tipo de Estado permisivo, canalla, bribón, y degenerado es el que el presidente Milei está tratando de desmantelar para reemplazarlo por un Estado de verdad y que el kirchnerismo trata de impedir a toda costa, aunque el país se hunda en el fondo del mar, como la Atlántida.

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