Por Luis Américo Illuminati.-

«Por buen agüero he tenido, hermanos, haber visto lo que he visto, porque estos santos y caballeros profesaron lo que yo profeso, que es el ejercicio de las armas, sino que la diferencia que hay entre mí y ellos es que ellos fueron santos y pelearon a lo divino y yo soy pecador y peleo a lo humano. Ellos conquistaron el cielo a fuerza de brazos, porque el cielo padece fuerza, y yo hasta ahora no sé lo que conquisto a fuerza de mis trabajos» (Don Quijote de la Mancha, 2da. parte. Capítulo LVIII).

Myriam Bregman -apellido que tal vez significa bregar para el diablo- burlándose de Milei por Twitter en el acto por el Día de la Bandera en Rosario, escribió: «Menos mal que llevó muchos milicos para rellenar”. La Vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, por la misma vía le contestó: “Bregman, vos no tenés autoridad moral alguna para hablar de los Granaderos y el Presidente. Vos no cantás el Himno pero sí cobrás el sueldo del Estado argentino, hablemos de vos”.

Desagravio a nuestros Granaderos

Me sumo a este contrapunto en desagravio de nuestros Granaderos, y le digo a la primera: «Quien se burla del otro, revela su impotencia y su envidia, pobreza de espíritu y su falta de ingenio. (Jean de la Bruyère). La izquierda es el refugio de los resentidos y mercenarios. Entre los intelectuales de izquierda y los fariseos que pidieron la crucifixión de Cristo no hay mucha diferencia, teniendo en cuenta que en la Argentina ellos fomentaron el odio y alentaron a los que comenzaron la violencia armada: los asesinos montoneros -jóvenes idealistas- Fernando Abal Medina, Gustavo Ramus, Ignacio Vélez, Emilio Maza, Héctor Araujo, José Sabino Navarro, Carlos Hobert, Raúl Yager, Roberto Perdía, Norma Arrostito, Fernando Vaca Narvaja y Mario Firmenich, además de Roberto Santucho, el jefe del ERP. Lávese bien la lengua antes de hablar del Cuerpo de Granaderos a Caballo que creó el Gral. San Martín, «Gran Milico Padre de la Patria», que los mercenarios arriba nombrados de haber podido en aquel tiempo lo hubieran asesinado. El mercenario es mercenario en cualquier tiempo que sea, usted y del Caño son una prueba viviente de ello. Sin «milicos» todavía seríamos una colonia española o inglesa, o peor aún, una republiqueta castro-marxista, como la de Nicolás Maduro, fruto podrido del Árbol de Judas.

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