Por Carlos Tórtora.-

El peronismo logró salir más o menos indemne de la batalla por la ley Bases, ya que sus bloques en ambas cámaras del Congreso subsisten sin fracturas y el empate alcanzado en la votación en el Senado habla por sí solo de la paridad de fuerzas. Sin embargo, es obvio que el kirchnerismo, al aprobarse la ley, se está quedando sin su principal caballito de batalla. Todavía queda el debate en Diputados para decidir si se confirman los cambios hechos por el Senado, pero luego el kirchnerismo tendría que redefinir sus objetivos políticos de corto plazo.

Es evidente que Javier Milei se prepara para montar el 9 de julio el Pacto de Mayo, un escenario político donde el gobierno tratará de mostrar todos los gobernadores que pueda. La idea de los libertarios es instalar que el PJ está a punto de partirse entre los opositores duros y los aliados del gobierno.

Esta posibilidad tendría algún asidero si el malhumor social siguiera reflejándose levemente en las encuestas. Si, en cambio, la caída del gobierno tiende a profundizarse, serían pocos los dirigentes justicialistas dispuestos a visitar la Casa Rosada.

El círculo vicioso

La marcada moderación con la que los mercados recibieron la sanción de la ley Bases señala a las claras que el mundo económico por ahora no está convencido de que Milei pueda imponer su proyecto. Todo indica que recién se convencerían si La Libertad Avanza ganara las elecciones de medio término.

En un verdadero círculo vicioso, esto es muy improbable si no hay una reactivación económica real y esto, a su vez, depende de las inversiones que desconfían del gobierno.

La realidad es que el presidente está consagrado a tejer su rol como figura internacional y ha delegado la política interna en Guillermo Francos y Karina Milei. El primero trabaja puertas afuera del gobierno y la segunda intenta edificar La Libertad Avanza.

La ausencia de Milei de la política nacional puede ser peligrosa para el oficialismo.

De hecho, el presidente no dialoga con la dirigencia política, ni siquiera con la propia. Y esto va generando una distancia que favorece las crisis. Lo notable es que Milei tampoco se destaca por consagrarse a la gestión de gobierno y mantiene a medio gabinete en una zona de inestabilidad.

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