Por Carlos Tórtora.-

Como ya se venía insinuando con su silencio de los últimos días, Cristina Kirchner oficializó ayer el distanciamiento del kirchnerismo con el chavismo. Lo hizo al reclamarle al gobierno de Nicolás Maduro que publique las actas de la reciente elección presidencial. Adhirió así además a la postura firmada por AMLO, Lula y Petro. Esto coloca a la expresidenta más cerca de la posición de los EEUU que de, por ejemplo, Cuba y Nicaragua, que se solidarizaron sin más con el régimen bolivariano.

Este giro hacia el centro del kirchnerismo se explica por varios motivos. Para empezar, Javier Milei se instaló en la franja derecha y con su política económica recesiva está generando la resistencia de la clase media y los sectores moderados, que el peronismo intentaría volver a captar.

En segundo lugar, Cristina parece insinuar que, si se derrumba el sistema libertario, el peronismo estaría en condiciones de volver al poder sin atacar a los mercados ni a los centros financieros internacionales.

Por último, ella tendría claramente la intención de recuperar su espacio de liderazgo, por lo que estaría subiendo el tono de su discurso.

Los efectos

Este reposicionamiento del kirchnerismo deja descolocados a algunos sectores internos y desde ya a grupos extremos como las Madres de Plaza de Mayo.

Este giro kirchnerista no es una buena noticia para Milei, que intenta polarizar la sociedad entre él y el PJ, para lo cual necesitaría que este último defienda causas indefendibles.

De algún modo, el discurso de ayer de Cristina se parece formalmente al de Mauricio Macri el martes pasado, en que ambos intentan pararse en un lugar distinto para competir con Milei. Macri lo hace reasumiendo una postura crítica y ella girando hacia el centro.

Para el grueso de la dirigencia del peronismo, el divorcio entre la expresidenta y Maduro representa un alivio, porque durante muchos años se vieron obligados a respaldar la dictadura venezolana sin tener con ella ninguna afinidad real.

Es impensable que Maduro muestre las actas de la votación y, por lo tanto, sólo puede esperarse que la situación se tense cada vez más.

Con su nuevo planteo, Cristina empuja un reacomodamiento del mapa político nacional.

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