Por Carlos Tórtora.-

La decisión de la mesa directiva de la CGT de no reclamar judicialmente por la restitución del impuesto a las ganancias y dejar el tema en manos de cada gremio es una victoria del ala dialoguista -Gerardo Martínez y José Luis Lingeri- que fue festejada con entusiasmo por la Casa Rosada.

El paso al costado de los caudillos sindicales no sólo es significativo en sí mismo sino que influye en las estructuras políticas justicialistas. Es que por ejemplo el Pacto de Mayo deja a varios gobernadores con un pie en cada vereda. Por ejemplo, ¿Raúl Jalil (Catamarca) u Osvaldo Jaldo (Tucumán) responderán directamente a Javier Milei o seguirán los pasos del peronismo?

La realidad es que los mandatarios provinciales se guiarían por el más estricto pragmatismo y maniobrarían próximamente de acuerdo a cómo marchen sus negociaciones por los fondos coparticipables que les adeuda el gobierno.

En el peronismo político, todos están pendientes de la anunciada reaparición activa de Sergio Massa, que podría significar una limitación para el posicionamiento de Axel Kicillof como presidenciable. Pero ahora lo que está en juego es el 2025 y, en general, la lectura de la dirigencia justicialista es que, si la recesión continúa profundizándola este semestre, Javier Milei ingresará al 2025 en pésimas condiciones electorales y se abrirían las puertas para que aparezca el voto castigo que recogería el peronismo.

La crisis entre La Libertad Avanza y el PRO parece contener la clave del panorama electoral. Mauricio Macri, ahora crítico del gobierno, sigue hablando de una alianza electoral con los libertarios pero la realidad es que las cosas van de mal en peor, empezando por el destrato que el expresidente sufrió el martes pasado en Tucumán.

El PRO, la clave de todo

La verdad es que, sin la estructura del PRO en distritos como Capital y Buenos Aires, la Libertad Avanza es una fuerza anémica, sobre todo para sostener una campaña electoral nacional y sin contar con Milei como candidato. La experiencia indica que, aun estando bien situado en las encuestas, un presidente no alcanza a transferirles sus votos a sus candidatos.

En otras palabras que, para ganar en el 2025, el gobierno necesita sí o sí revertir, aunque sea parcialmente, la situación económica.

Mientras esto no ocurra, aun los peronistas más dialoguistas evitarían subirse al tren del gobierno y seguirían jugando a dos puntas.

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