Por Carlos Tórtora.-

Salvo la crisis en Venezuela, el único hecho político que resaltó en los últimos días fue el acto de relanzamiento de Mauricio Macri. En rigor de verdad, éste no dijo nada sorprendente. Lo destacable justamente es que expuso con claridad definiciones que hasta ahora eran sólo versiones.

Lo más destacable del expresidente es que queda claro que su apuesta funciona en relación a una gran crisis política que se abriría cuando el gobierno no pueda esconder más el fracaso de su política económica. Por eso Macri ataca al entorno de Javier Milei pero no lo ataca a él. El fracaso, si llega, sería responsabilidad de Karina y Santiago Caputo. Con prudencia, Macri evitó condenar la política económica pero aludió a la falta de nivel de los equipos de gobierno. Este perfil de jugar a una crisis inevitable lo profundizó Macri al elogiar a Victoria Villarruel.

Es probable que el expresidente tenga en vista que haya el año que viene entre los decepcionados de Milei una fuerte tendencia al voto castigo y que el PRO podría canalizar el mismo.

Como es reiterativo en su discurso, quedó implícito ayer que está dispuesto a conversar si el gobierno convoca a gente del PRO a sus filas. Hasta ahora, la política de Milei fue incorporar hombres del PRO sin pedirle autorización a Macri.

Difícil de instrumentar

La estrategia pendular de Macri no es fácil de instrumentar. La batalla que está dando Patricia Bullrich es un claro indicio de que Milei desearía absorber al PRO con La Libertad Avanza, pero no encuentra la forma de hacerlo.

Oficialista y opositor a la vez, Macri parece dispuesto a manejarse con la ambigüedad como doctrina. Un Milei sólido no correría ningún riesgo ante esta estrategia. Pero hoy tenemos un presidente que empieza a estar jaqueado por las encuestas y que ya no consigue hacer creíbles sus promesas de reactivación.

Otra gran limitación de Macri es que, con todos sus defectos, el justicialismo sigue en pie para liderar la oposición y esto le achica mucho el espacio a él. Con su estrategia dual, Macri corre el riesgo de quedar como un disidente de los libertarios, pero sin mayor vuelo propio.

Todo depende de lo que haga el PRO en los próximos meses y de cómo se da la crisis que el expresidente está esperando.

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