Por Carlos Tórtora.-

Es obvio que el gobierno, en este caso representado por Karina Milei, está encontrando enormes dificultades para armar La Libertad Avanza como una fuerza política nacional. Las crisis de LLA en los principales distritos del país ponen en duda que se pueda consolidar un armado nacional. A esto se le suma que Milei no pone la cara en los temas de su partido y deja todo esto en manos de su hermana.

Hacia la fractura

Sin embargo, el desorden que reina en el oficialismo está en alguna medida disimulado por la enorme confusión que reina en las filas de la UCR y el PRO. En el partido centenario, Martín Lousteau se debate en una creciente soledad luego de que, al haberle dado el quórum al debate de la ley Bases, es ahora muy criticado por los sectores progresistas de su partido. Y ahora deberá lidiar con la inminente convocatoria oficial a los gobernadores radicales para que participen del Pacto de Mayo que se firmaría el 9 de julio.

De hecho, los bloques radicales de ambas cámaras están divididos entre opositores y dialoguistas y Lousteau no alcanza a ejercer su rol de máxima autoridad partidaria.

Pero más aguda todavía es la crisis del PRO. Patricia Bullrich no le cede el terreno a Mauricio Macri y prepara un encuentro en Buenos Aires para ratificar la intención de firmar una alianza con LLA para el año que viene. Mauricio Macri, luego de demostrar que la mayor parte de la dirigencia amarilla bonaerense rechaza el pacto con los libertarios.

Conociendo la agresividad política de Javier Milei, parece bastante evidente que éste se propone que su ministra de Seguridad, si no puede quedarse con el PRO, al menos lo quiebre y consolide un PRO mileísta para el 2025.

El proyecto de Bullrich como candidata a senadora por la Capital sería un golpe mortal para Macri que, para frenar esto, dejó correr la versión de su propia candidatura a senador.

Es obvio que ya hay en la práctica funcionando dos PRO y que todo evoluciona hacia una crisis formal.

Es así que Milei está ratificando que tiene mejores condiciones como destructor de armados políticos que como impulsor de los mismos.

Históricamente, los oficialismos terminaron absorbiendo a los terceros partidos aliados, como pasó con la UCR y el Partido Intransigente y luego con el Justicialismo y la UCD. En el caso del PRO, la persistencia de Macri en querer plantear un rumbo no subordinado al gobierno parece llevar las cosas en dirección a una fractura.

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