Por Carlos Tórtora.-

El discurso de Javier Milei en Tucumán eludió la confrontación política y fue programático. Sus numerosas contradicciones fueron por demás evidentes. El presidente priorizó bajar las cargas impositivas olvidando que su gobierno ya instaló varios impuestos nuevos o restableció anteriores como en el caso de Ganancias. También al exaltar la profundización del federalismo olvidó que él mismo está desfinanciando a las provincias reduciendo en un 13% las transferencias a las mismas.

Los 18 gobernadores presentes, casi sin excepción, esperan que, como contraprestación a la firma del Pacto, la Casa Rosada abra la mano y habilite las transferencias adeudadas.

El presidente sabría perfectamente que para conservar el apoyo de los 18 gobernadores es necesario abrir la caja. ¿Lo hará?

Si no lo hace, los cinco gobernadores que no firmaron podrían multiplicarse.

Con una economía seriamente comprometida, el dólar en alza, una inminente devaluación y la inflación rebotando, Milei no tiene margen para equivocarse políticamente.

La tregua de Macri

La situación con el PRO forma parte de este giro actual. Mauricio Macri, luego de tensar la cuerda durante una semana, dio un paso atrás y firmó en Tucumán.

Pero esto no le quita gravedad al apartamiento que plantea el único aliado importante que tiene el gobierno.

Como lo son los gobernadores, el PRO es a partir de ahora un socio condicional.

Milei sabría que, si no logra empezar a revertir la situación económica en las próximas semanas, el gobierno podría quedar entonces en la soledad política.

El Pacto de Mayo sería a partir de ahora la foto para comparar cómo evoluciona el apoyo de los operadores al gobierno.

La ausencia de los miembros de la Corte Suprema en Tucumán sonó por otra parte como una advertencia para el primer mandatario. El empeño puesto por los libertarios en la designación de Ariel Lijo en la Corte Suprema demuestra que también en política todo tiene su precio.

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